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Deportes 31.12.2023

La futbolista que sobrevivió a Cromañón y todavía no olvida el horror

Agustina Donato, ex Rosario Central, recordó la noche trágica del 30 de diciembre de 2004, en la que murieron 194 personas. “Dejé un pedazo de alma que no vuelve ni se recupera nunca más”, expresó en diálogo con TN.

Fuente: TN DEPORTES

Pasaron 19 años de la tragedia de Cromañón, pero ese dramático hecho, que marcó la historia de toda una generación en la Argentina no pasó ni pasará.

“Soy futbolista profesional, abogada penalista y mil Agustinas, pero nunca más seré esa que dejé en Cromañón”, le dice a TN Agustina Donato, exjugadora de Rosario Central y sobreviviente.

Agustina nació en Ramos Mejía, en el Gran Buenos Aires, tiene 34 años y tenía solamente 15 cuando le tocó vivir “el horror más grande que una persona pueda imaginarse”. Así describe ese 30 de diciembre de 2004. Aquella noche, una bengala provocó un incendio en el boliche República de Cromañón ubicado en el barrio porteño de Once, mientras la banda de rock Callejeros daba un recital. 194 personas murieron y más de 1400 resultaron heridas. Las secuelas son imborrables para toda una generación.

Recuerdo todo, desde el viaje en tren que me llevaba a Once, hasta el momento en que por fin llegué a mi casa. Recuerdo juntarme con unos conocidos afuera y entrar con ellos, los cacheos superexhaustivos, estar en el fondo viendo a la banda soporte hablando de la cantidad de gente, de bengalas y el calor sofocante que hacía. Recuerdo haber ido al baño del piso de arriba y encontrarme con una amiga y otro conocido más. Recuerdo las advertencias en tono violento de Omar Chabán (el dueño del local bailable) y también las de Pato Fontanet con respecto a las bengalas”, cuenta Agustina.

“Al comienzo del show un desconocido me subió a sus hombros para disfrutar el tema y a la mitad me baja. Desde el medio de la pista, en una ronda que se hizo justo debajo, recuerdo ver cómo se estaba quemando el techo, con algunas llamas y mucho humo. Y el horror. Los gritos. Y una estampida. Todos corrimos hacia donde nos pareció mejor. Yo conocía el lugar y fui hacia el lado donde había entrado, pero parecía que ahí también la puerta estaba cerrada porque nadie salía. Quedamos amontonados y apretados unos con otros, mientras se cortaba la luz y el humo empezaba a bajar. Estaba apretada contra una espalda, otros más se pegaban a mí y el aire ya no llegaba. Perdí la consciencia por un lapso de tiempo que estimo que fue muy breve porque al recobrar el conocimiento seguía parada casi en el mismo lugar y alguien me sostenía, continúa.

 

 

 

Agustina Donato es futbolista profesional, abogada y sobreviviente de Cromañón. (Foto: Instagram agudonato9/leandromena1)

Su relato nunca se interrumpe. Los 19 años que pasaron no borran nada de lo que vivió en aquel concierto: “En unos minutos, que no puedo decir cuántos fueron, se logró abrir esa puerta y los que estábamos ahí logramos salir corriendo a la calle. Una vez ahí fuimos viendo y entendiendo lo que había pasado. Muchos volvían a entrar. Todos buscábamos desesperados a nuestros conocidos. La Policía, los bomberos, los vecinos y nosotros mismos ayudábamos en todo lo que podíamos a quienes estaban peor, subíamos gente a autos particulares, los mojábamos. Es imposible de explicar lo que vi y lo que viví”.

A pesar de lo doloroso y oscuro Agustina transmite con enorme tranquilidad los recuerdos de la noche que cambió su vida para siempre. “Al haber pasado tantos años y tantas cosas ya me acostumbré a contarlo y después de tanto tiempo puedo hacerlo sin dolor. Puedo relatarlo sin necesariamente revivirlo, aunque obviamente nunca es algo agradable. No es algo de lo que me moleste hablar e intento siempre pensarlo desde el lado de dar un testimonio para que la gente entienda por lo que pasamos, para que no vuelva a repetirse nunca más”, dice.

-¿Qué significa cada 30 de diciembre para vos?

-Es una fecha muy especial que genera siempre muchísimas emociones. A veces es difícil de sobrellevar, sin importar el tiempo que haya pasado. Para mí es un día de recuerdo y homenaje, de tener más presente que nunca a los chicos, pero también de mucha introspección y dolor.

-Dijiste alguna vez que aplicás Cromañón a todo. ¿Cómo aplicás Cromañón al fútbol, a tu actualidad?

-Cromañón está en todo lo que soy por lo que es imposible no aplicarlo. Lo llevo adentro, es quien soy, forjó mi personalidad. Y esa personalidad es la que aplico también en el fútbol. Cromañón me hizo resiliente. Haber superado todo lo que tuve que vivir esa noche, y los años posteriores, me dieron la fuerza para bancarme lo que sea y siempre salir adelante. Uso esa fuerza interior para el fútbol todo el tiempo.

-Prendiste una bengala en el recital del 28, el primero de los tres que brindó Callejeros en 2004. Lo contaste porque creés que “hay que hacerse cargo como sociedad” y también “como generación”. ¿Creés que nos hicimos cargo?

-Sí. Pienso que nosotros, mi generación, sí se hizo cargo y lo sigue haciendo. Esta causa nos atravesó la vida y la tenemos a flor de piel. Es la tragedia de nuestra generación. Todos sabemos qué paso y por qué y creo que intentamos cada uno desde su lugar -incluso muchos sin saberlo-, que no se repita. Creo que nuestra generación hizo una autocrítica muy grande y nos asumimos como parte del problema de esa época. Abandonamos en gran medida la cultura del aguante y el vale todo. Le damos más valor a la vida, nos cuidamos entre nosotros e intentamos transmitir todo lo que pasaba en aquella época. Cromañón no pasó de la nada. Fue una consecuencia de una forma de vivir, de las condiciones sociales y culturales de aquel momento. Lo sabemos, lo aceptamos, y hace 19 años que lo queremos transformar.

-Antes de Cromañón jugabas al fútbol pero de manera recreativa. ¿Lo que viviste te llevó a tomar la decisión de hacerlo desde otro lugar?

-La realidad es que mi vuelta al fútbol se dio muchísimos años después de Cromañón. Los años que le siguieron a la tragedia fueron muy difíciles, inestables y muy marcados por lo que había pasado. Necesitaba pasar por un montón de etapas y de cosas antes de llegar al fútbol y a la vida que llevaba cuando volví a jugar. Pero sí puedo decirte que Cromañón cambió mi cabeza y mi forma de vivir en todo. Intento aprovechar la segunda oportunidad que me dio la vida al máximo y eso implica principalmente hacer lo que quiero, y no hacer lo que no quiero, vivir todo con muchísima intensidad, arriesgarme, no desaprovechar oportunidades ni momentos porque puede no haber un mañana. Y volver a jugar al fútbol, que es mi verdadera pasión, y hacerlo de manera profesional a los 27 años fue todo eso.

-¿Fue el fútbol un salvavidas?

-Si. El deporte en general fue un salvavidas para mí. El hockey, que era el deporte que practicaba cuando pasó todo esto, yo creo que me salvó literalmente la vida, porque me dio la contención y el espacio que necesitaba para transitar eso de una manera que a mí me ayudó muchísimo. Y el fútbol me llegó cuando pude estabilizar mi vida. Y no es casualidad. Fueron muchos años de estar muy vinculada y comprometida con la causa Cromañón y luchando también con todas las consecuencias que ha tenido en mi vida en todos los ámbitos. Cuando empecé a jugar al fútbol de vuelta pude dejar mucho de eso atrás, pude terminar de sanar un montón de cosas, integrar muchísimas cosas de mi personalidad y transitar desde ese momento todo lo que tiene que ver con lo que pasó de otra manera.

-¿Cuánto te ayudó (y te ayuda) el fútbol a transitar lo qué pasó aquella noche?

-Creo que se responde bastante con la pregunta anterior. El fútbol es lo que más me apasiona en la vida y tener y darme la oportunidad de jugar de la manera en que lo hago, de muchas maneras le da sentido a mi vida. Y eso para un sobreviviente lo es todo. El fútbol me sacó de la oscuridad porque cuando volví a jugar y empecé a hacerlo de manera profesional empecé otra etapa en mi vida y cerré una que estaba muy pero muy vinculada a Cromañón y era necesariamente oscura en un montón de aspectos. Le di muchísimo de mi vida a la causa y no me arrepiento porque fue y es mi forma de hacerme cargo del lugar que tengo, de mi testimonio, de mi segunda oportunidad y de honrar a los que no están. Pero necesitaba en algún momento darle un cierre y que ocupe otro lugar en mi vida. Y eso llego con el fútbol.

-Y a la inversa, ¿en qué situaciones creés que Cromañón te ayudó a enfrentar situaciones del fútbol?

-En muchas. Como dije antes, Cromañón me hizo resiliente, me hizo resistir a todo, pero también me hizo darles perspectiva a todas las cosas. Nada es tan grave, nada es tan importante, nada es de vida o muerte. Y lo sé por haber estado exactamente ahí. Esto no quiere decir que no sufra, que no me frustre, que no me enoje. De hecho, a veces pasa lo contario y las emociones se exacerban mucho en alguien que tiene como premisa que le dieron una segunda oportunidad en la vida y tiene que aprovecharla al máximo. No es fácil. Pero tengo una fuerza interior y una templanza ante las adversidades que me dio el haber pasado por esto.

 

 

 

 

Como la mayoría de las nenas, Agustina comenzó jugado al fútbol con varones en su barrio, Ramos Mejía. (Foto: Instagram agudonato9).

-¿Tuviste la posibilidad de hacer algún tipo de terapia para trabajar lo que te pasó?

-Sí. Y no puedo ni poner en palabras la importancia de mi psicólogo en mi vida y en este proceso. Sin su ayuda, sin su guía y su acompañamiento no sé qué hubiese sido de mí. Pasé por muchísimos episodios, depresiones, etapas oscuras, imposibilidades, y él siempre estuvo para ayudarme a encontrar las respuestas. Físicamente yo salí de Cromañón a los 15 años, mentalmente lo hice muchísimos años después. Y hay veces en que todavía vuelvo. Quiero decir que la salud mental es tan o más importante que la física y hay que darle esa importancia, en cualquier orden de la vida. Y lo mismo pasa con el fútbol. Muchísimas veces estamos en situaciones de mucho estrés, bajo un montón de presión y encima lidiando con nuestra vida cotidiana porque nadie vive de esto, y es importantísimo tener esa herramienta. Ojalá todos los clubes pudieran brindarla, así como brindan tantas otras. Los clubes son espacios de inclusión social, casi diría como no hay otros. Lo viví cuando era chica y jugaba al fútbol con varones, lo viví con el hockey en plena época de Cromañón y lo viví como futbolista profesional. Es el ambiente más sano y seguro que existe, un refugio, un lugar de pertenencia que te da valores y herramientas para toda la vida.

-¿Qué dejaste en Cromañón?

-Todo. Todo lo que tenía, todo lo que era hasta ese momento se quedó ahí. Y dejé un pedazo de alma que no vuelve ni se recupera nunca más.

-¿Quién eras antes de la tragedia y quién sos hoy?

-Antes de Cromañón era una adolescente de 15 años como tantas otras. Todavía con mucha inocencia, sin preocupaciones, con alegría, ganas de llevarme el mundo por delante, bastante rebelde y difícil de manejar, que intentaba encontrar su lugar de pertenencia en el deporte y en el rock. Hoy soy lo que pude hacer con lo que hicieron conmigo. Soy una persona que tuvo que aprender a vivir con una tragedia sobre los hombros y cargar ese peso a donde sea que vaya. Que tuvo que seguir viviendo, aunque muchas veces no sabía cómo. Que se deshizo y se rehízo miles de veces, buscando todos los días el sentido de estar viva, cuestionándose desde muy chica cosas que la mayoría de las personas ni siquiera se plantean en toda su vida. Soy alguien que lucha todos los días por ser digna y honrar a los pibes y pibas que no tuvieron esta segunda oportunidad y entiende que, la mejor manera de hacerlo, es cumpliendo sueños y viviendo intensamente. Por eso soy futbolista profesional, abogada penalista y mil Agustinas. Pero nunca más seré esa que dejé en Cromañón.

 

“Usted es libre para hacer sus elecciones, pero es prisionero de las consecuencias ”

Pablo Neruda