La economía brasileña mostró en el segundo trimestre del año un tímido, aunque sorpresivo, crecimiento del 1% interanual y una mejora contra el primer trimestre del 0,4%. Este dato, aunque no muy alentador respecto de las expectativas económicas de inicio del año, al menos pudo evadir el temor de que el país ingrese en una nueva recesión técnica.

Los datos divulgados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), la economía acumuló una expansión del 0,7% en el primer semestre, lo que confirma que la recuperación será mucho más lenta de lo esperado.

Ya en 2017 y 2018, el PBI creció en torno al 1% cada año y este año promete llegar al mismo puerto. Si se toma en cuenta las caídas registradas en 2014 y 2015, que llegaron al 7% acumulado, según la coordinadora de estadísticas del IBGE, Rebeca Palis, se terminará el año en el mismo nivel en que estaba en el primer trimestre de 2012.

El Gobierno festejó el resultado y lo atribuyó a su "acertada" política de ajuste fiscal, aunque admitió que la economía creció en medio de un escenario desafiante que pone en duda una recuperación más sustentable.

"El escenario económico continúa desafiante: el ajuste fiscal en curso, la baja productividad de la economía brasileña y la incertidumbre de la coyuntura internacional sugieren un aún largo camino por recorrer", según un comunicado del Ministerio de Economía.

La confianza de empresarios y consumidores continúa baja, pese a que en el segundo trimestre se registró un aumento de la inversión productiva de 3,2% y del consumo de las familias de 0,3 %, debido a que los problemas estructurales del país permanecen y a desafíos que generan incertidumbre, como la actual crisis argentina y la guerra comercial protagonizada por EE.UU. y China.