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Deportes 27.08.2019

Julio Falcioni: “Hoy puedo contar el cuento”

Después de superar un cáncer de laringe, el DT está listo para volver a dirigir. El impacto de la noticia inesperada y el duro tratamiento que sobrellevó.

Fuente: Clarín

El bolsito con el que llegó al Hospital Italiano tenía dos o tres cosas. Todo estaba planeado. Por eso había elegido someterse a la cirugía en diciembre, ya con el campeonato terminado. Era miércoles. En su cabeza, el domingo estaría viajando junto con su esposa a Mar del Plata para arrancar las vacaciones. Pero no.

La operación que iba a durar 1 hora y media demoró 13 horas. Pasó 15 días en terapia intensiva. Y cuando despertó se encontró con una realidad nueva.

-¿Cómo fue ese primer shock?

-Fue duro. Me sorprendió, no podía entenderlo. Había ido para una operación programada y me apareció una enfermedad importante que nos tomó a todos de sorpresa. Además durante la operación surgieron algunas complicaciones. Fue todo duro: enterarse de cuáles eran los tiempos de recuperación y también de que había una posibilidad cierta de que no me recuperara. Afortunadamente la enfermedad se pudo localizar a tiempo y los médicos la extirparon. A partir de ahí arranqué con una serie de tratamientos: tuve que hacer rayos, quimioterapia... Pero hoy puedo contar el cuento.

-Cuesta asimilar la palabra cáncer. Muchas veces se apela a eufemismos como “larga enfermedad” para evitarla. ¿Vos cómo cargaste con la palabra, más allá del tratamiento?

-Es que tenía cáncer, es así. Lo que me pasó a mí es que el cáncer estaba oculto, yo no tenía ningún síntoma. Fui a ver al otorrinolaringólogo porque estaba disfónico, pero no era nada raro, generalmente me ponía así. Uno lo primero que piensa es que por el hecho de gritar en las prácticas, sumado a que era invierno y las mañanas frías... Me dio un antibiótico y listo. Cuando no se me pasó con el antibiótico me mandó a hacer un estudio y ahí vieron los nódulos. Pero no se veía la enfermedad que estaba detrás.

 

 

 

 

 

-Eso recién lo supiste cuando despertaste en terapia intensiva.

-Claro, después de la operación. Cuando reaccioné y me vi empecé a preguntar todo. Porque me desperté y estaba con la traqueotomía hecha. Habían raspado un cartílago y me había entrado aire. Algo parecido a lo que le pasó a Débora Pérez Volpin. Mi cuerpo estaba lleno de aire (pasa una mano por encima del torso y del brazo). Me tocaba y rebotaba el dedo, estaba como inflado. Ahí me explicaron todo lo que me habían hecho y que gracias a Dios tenía la traqueotomía y pude seguir respirando por ahí. Si no, no la cuento. No estaríamos acá haciendo esta nota. Pero la que más sufrió fue mi familia: mi mujer, mis hijas, mis seres queridos. Porque ellos eran los que tenían total conocimiento de lo que pasaba. Ya cuando se demoraba la operación, lo que iba a hacer una hora terminó siendo 13 horas... Esa espera fue tétrica.

-¿Te paralizó la noticia o siempre fuiste optimista?

-Yo pensaba que todo dependía de mí. Que tenía que estar fuerte para soportar un tratamiento que era muy invasivo. Fue muy agresivo e invasivo. Pero de eso dependía de que me curara o no. Y nunca sabés si es suficiente. Yo estaba convencido de que iba a poder, pero no lo sabés.

 

“Durante la operación surgieron complicaciones, todo se hizo más largo. Para mi familia que estaba ahí y sabía realmente lo que pasaba fue terrible”

-¿Querías que los médicos te contaran todo?

-Sí, desde el primer momento les pedí que me dijeran bien cómo era la cosa. Y a medida que va pasando el tiempo se va dando lo que ellos te advierten. Me dijeron que no iba a poder comer y no comí, que no iba poder tomar nada y no tomé, que no me iba a crecer más la barba. El pelo por ejemplo nunca se me cayó... Pero siempre quise saber todo, de hecho fui un buen paciente, un poco rebelde, pero un buen paciente.

-¿En qué te rebelabas?

-Querían que no fuera al club (a Banfield) pero yo iba. Me veían por la tele y decían “este está loco, ¿cómo hace?”. Hasta hice algunos viajes con el equipo. Fui a Uruguay. Ese día fui a la sesión de rayos por la mañana, de ahí fui para Aeroparque y viajé a Montevideo donde ya estaba el plantel. A la noche jugamos (Banfield perdió 1-0 ante Nacional por el repechaje de la Libertadores), volvimos a la mañana siguiente y fui directo al hospital a hacer rayos otra vez.

-¿Y cómo te sentías?

-Hecho mierda (se ríe). Estaba hecho mierda pero quería estar ahí parado, delante de mis jugadores y delante de mi cuerpo técnico.

Julio Cesar Falcioni abrió las puertas de su casa en Villa del Parque. Está listo para volver a dirigir. (MARCELO CARROLL)

Julio Cesar Falcioni abrió las puertas de su casa en Villa del Parque. Está listo para volver a dirigir. (MARCELO CARROLL)

Fueron 35 sesiones de rayos y 9 de quimioterapia.

Su mujer se sentó a en el sillón de al lado cada día. Sus hijas se mantenían al pie del cañón. Y sus nietos, en medio de ese trance, activaban el cable a tierra. “Tengo uno de 6, dos de 5, uno de 2 y uno de 1”. Así los nombra Falcioni.

Cuenta que hace poco compró un Family Game para jugar al Mario Bros con ellos. Aunque también se adapta y se engancha "un ratito" con el fútbol de la PlayStation en el que no duda a la hora de elegir la táctica 4-4-2 para sus equipos. “Los nietos son los que te invitan a pensar en el futuro. Quería verlos crecer”.

-¿De qué tuviste miedo?

-De nada. Bah, no, perdón: el miedo que tuve es a quedar mal, a quedar discapacitado. Cuando tenés cáncer el miedo es ése; no poder volver hacer una vida normal, no quería quedar discapacitado en el departamento. Y yo por suerte nunca estuve así. Tenía la enfermedad, hacía el tratamiento pero siempre pude estar de pie, pude ir a las prácticas, pude dirigir...

 

Lleva 20 años como técnico, desde su inicio en Vélez en el 99. Pasó por Olimpo, Banfield (tres etapas), Independiente, Colón, Gimnasia, Boca, All Boys, Universidad Católica y Quilmes.

 

-¿Cómo fuiste llevando el tratamiento?

-Tenés que adaptarte a una nueva vida. Por los efectos de la quimioterapia y la radioterapia no podía comer, no podía tomar nada, ni agua. Todo tenía sabor metálico. Fue un tratamiento muy invasivo, lo sabía. Y tenés que aprender todo. Durante un tiempo estuve sólo con complejos vitamínicos porque no podía tolerar la comida. La radioterapia que me hacían iba directamente a la garganta, hasta me tenían que poner una máscara para poder apuntarme en los lugares indicados. De ahí salía, caminaba una cuadra y me iba a hacer la quimioterapia.

-¿Hiciste terapia?

-Me quisieron mandar, pero no.

-¿Por qué?

-Alguna vez hice cuando dejé de jugar. Pero ahora no. No creía necesitarlo. Estaba tan ocupado en todo lo que tenía que hacer que no me permitía distraerme con otra cosa.

 

 

 

 

-Dentro de todo lo malo te habrá reconfortado el cariño recibido del ambiente del fútbol.

-Fue impresionante. Me llamaron de todos lados. Jugadores, técnicos, dirigentes, el presidente de la AFA, amigos de toda la vida, otra gente con la que no trabajé nunca. Me escribieron cosas muy lindas. De eso puedo estar tranquilo y orgulloso. Un poco en broma y un poco en serio yo digo que la enfermedad me hizo más bueno.

 

Volver al ruedo

La operación que debía ser de rutina y terminó cambiando su vida fue el 13 de diciembre de 2017. Hasta ese momento la fecha tenía destinado otro sentido en la línea de tiempo de Falcioni: el 13 de diciembre pero de 2009 ganó el torneo Apertura con Banfield en la Bombonera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cáncer de laringe modificó sus días pero no alteró su esencia. Cuenta que un día de febrero, ya con Banfield de pretemporada y al mando de sus ayudantes, Omar Píccoli y Adrián González, apareció sin avisar en Luis Guillón. “No podían creer que estuviera de pie. Pararon todo y me hicieron un recibimiento muy lindo”.

Los primeros seis meses fueron duros. “Al principio iba y no podía hablar. Pero estaba, participaba de algunas cosas, me apoyaba en el cuerpo técnico. Y así fue llevando la rehabilitación. Ya en el segundo semestre de 2018 estuve a cargo del equipo, lo que pasa es que tenía muy poca voz. Igual daba la charla técnica. Les decía a los muchachos “¿me entienden? ¿Me escuchan”Lo que no podía era gritar en la cancha”.

 

 

 

 

 

 

-Así surgió el megáfono.

-Porque quería comunicarme. Le pedí a un empleado de Banfield que me consiguiera un megáfono para los entrenamientos y le dije que lo iba a llevar a los partidos. Era la forma que encontré para que me escucharan. En un partido de Copa Sudamericana la Conmebol me prohibió usarlo, decían que no se podía, qué se yo. En la Superliga no tuve problemas: venían los árbitros antes de los partidos y me pedían que fuera cuidadoso. Que no gritara como si estuviese vendiendo algo.

-Desde tu salida de Banfield en diciembre pasaste más de 8 meses fuera del ruido del fútbol. ¿Qué buscaste?

-Necesitaba tiempo para estar fuerte, para sentirme seguro de volver. Hoy estoy bien. Sólo hago una supervisión médica cada tres meses y nada más, es un control. Estoy apto para trabajar, para hacer una vida normal.

 

Fue campeón del Apertura 2009 con Banfield, del Apertura 2011 y la Copa Argentina con Boca en 2012. Ese año quedó al borde de la gloria en la Libertadores: perdió la final con Corinthians.

-En su momento te ofrecieron ser mánager de Banfield, ¿no te sedujo?

-Yo quiero ser técnico. Ojo, la idea me gustaba pero no se dieron las condiciones que yo pretendía. Ahora quiero volver a dirigir. Todo este tiempo estuve mirando fútbol, de hecho mandaba a mis ayudantes a ver entrenamientos, hay muchas cosas que se pueden implementar y muchas otras en las que lo viejo es bueno.

Falcioni, en el mano a mano con Clarín. El DT rompió el silencio después de 8 meses. (MARCELO CARROLL)

Falcioni, en el mano a mano con Clarín. El DT rompió el silencio después de 8 meses. (MARCELO CARROLL)

Antes del inicio de la Superliga el Emperador estuvo en el radar de Newell's aunque la chance finalmente se diluyó. Pese a que advierte que no tiene apuro, volvió a sentirse pleno para volver a trabajar. Su cuerpo técnico se mantiene: están Omar Píccoli, Adrián González (hoy en Banfield) y Sebastián Battaglia como ayudantes y Gustavo Otero para la preparación física.

 

Estilos y resultados, con Boca en el medio

-¿Cuánto cambiaste como técnico, desde tus inicios hasta ahora?

-Y, cambié bastante. Antes era bravo, tenía menos pulgas. Te diría que no tenía pulgas. El cuerpo técnico era muy rígido. Los primeros pasos con Olimpo, en la primera etapa de Banfield, incluso en Independiente. Después fui cambiando. Por eso pude ser dos años técnico de Boca, si no, no hubiera podido (se ríe).

“Boca es el mejor lugar para estar, es espectacular, no hay nada igual. Pero tenés que tener cuidado de todo lo que rodea al club, tenés que estar atento a cada paso que das”

-¿El famoso Mundo Boca es distinto a todo?

-No hay nada igual. Ni parecido, nada. Como club Boca te da todo, es espectacular trabajar ahí. Pero tenés que estar atento a cada detalle, a cada cosa que hacés, porque enseguida sos la tapa de los diarios. Si das una indicación, si te agarra justo la cámara... Tenés que prepararte bien para una conferencia de prensa. Es lindo. Y creo que lo manejé bien.

-¿Te llegó tarde el reconocimiento por tu trabajo ahí?

-Vos lo viste en la calle: la gente me pide fotos, me saluda. El reconocimiento está, no sé si tarde, llegó cuando tiene que llegar. Nosotros sacamos 12 puntos de ventaja, fuimos campeones invictos, algo que desde ese torneo en 2011 ningún pudo lograr. No debe ser fácil...

En Boca, con el trofeo obtenido por haber ganado el Apertura 2011: el equipo terminó invicto, a 12 puntos de escolta Racing.

En Boca, con el trofeo obtenido por haber ganado el Apertura 2011: el equipo terminó invicto, a 12 puntos de escolta Racing.

-Decían que jugabas mal. La etiqueta de técnico defensivo no te la pudiste sacar nunca.

-Pero no podés salir campeón invicto y jugar mal. O en Banfield lo mismo. El equipo que salió campeón en 2009 decían que era defensivo y jugaban James Rodríguez, Erviti, el Tanque Silva y Papelito Fernández. Pero bueno, una cosa es lo que se dice y otra es la realidad.

-¿Te molesta?

-Ahora no. Al principio me molestaba mucho. ¿Defensivo? Quizá al principio con Olimpo sí, pero hicimos la mejor campaña de su historia en Primera División, sacamos 51 puntos y armamos un equipo con un jugador de cada lugar del planeta. Pero en los otros equipos no. En el Banfield de 2003, Bilos que era 9 jugaba de volante por izquierda. Después cada uno tiene su criterio y ve el fútbol a su manera. Ya no me molesta nada. Estoy más allá del bien y del mal. Yo me fijo en todo. Conozco a todos, veo cómo son los procedimientos. Llevo casi 40 años adentro de una cancha, en un vestuario. Conozco cómo se manejan hoy las cosas, cómo se entra y se sale de un equipo permanentemente y todos quedan ilesos, como que todo pasa.

 

 

 

“Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón”

Miguel de Cervantes