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Deportes 22.08.2019

Lavallén y Colón no coinciden con sus realidades deportivas

Cuesta explicar los rendimientos tan opuestos que obtuvo el equipo desde que asumió el entrenador. Por la competencia local disputó nueve partidos con una eficacia del 22%, y por la Copa en ocho encuentros alcanzó el 66%

Fuente: UNO SANTA FE

Pablo Lavallén asumió el 10 de marzo luego del empate de Colón ante Racing, ese partido lo dirigió la dupla Bonaveri-Goux y al día siguiente el flamante entrenador se hizo cargo del plantel.

Por delante tenía la Copa Sudamericana, los últimos partidos de la Superliga, la Copa de La Superliga y Copa Argentina. Desde ese momento, Colón comenzó a transitar dos realidades muy opuestas. Arrancó siendo goleado por Aldosivi (3-0) en el torneo local y cuatro días más tarde goleó a Deportivo Municipal 3-0 en Perú.

Se convirtió en un equipo bipolar, que fallaba en el certamen doméstico y que sacaba pecho en la competencia internacional. De hecho terminó la temporada sin ganar en la Superliga, con dos derrotas y dos empates.

Pero además quedó eliminado en la primera fase de la Copa de la Superliga, luego de empatar y perder con Tigre. Paralelamente se sacó de encima a Deportivo Municipal con un triunfo 2-0 como local. Y goleó a Acassuso 3-0 por Copa Argentina.

Luego llegaría la fase con River de Montevideo, allí por primera vez en el año el equipo logró dar vuelta un resultado ya que arrancó perdiendo y terminó ganando 3-1. Lo que no lograba en la Superliga lo hacía en la Sudamericana.

Y lo ratificó en octavos de final, cuando también revirtió la serie con Argentinos, perdiendo en el Brigadier López y ganando en el Diego Armando Maradona. Lo propio hizo en cuartos con el Zulia, aunque se invirtió el contexto, dado que cayó de visitante y goleó de local.

Tres series consecutivas logró dar vuelta, para demostrar ese carácter y personalidad que en la Superliga nunca salió a flote. Y los números son contundentes en ese aspecto, en relación a la disparidad de resultados.

Por el torneo local Colón con Lavallén jugó nueve partidos, ganó uno, empató tres y perdió cinco, es decir que sumó seis puntos sobre 27 en juego con una eficacia del 22%.Por contrapartida en la Copa disputó ocho cotejos con cinco triunfos, un empate y dos derrotas, obtuvo 16 unidades sobre 24 con una eficacia del 66%.

Está claro que el equipo se motiva de otra manera cuando enfrenta la Copa, saber que está ante una chance histórica de jugar la final de una Copa es un incentivo que difícilmente se pueda equiparar con jugar un partido de Superliga.

Y eso se nota, más allá de que con Gimnasia por primera vez Colón pudo ganar en Superliga con Lavallén en el banco. Con mucha angustia, pero finalmente pudo concretarlo en un cotejo clave por los promedios.

Es cierto que Lavallén tuvo muchos errores a lo largo de estos cinco meses, pero no hay que restarle méritos respecto a la posición en que está Colón en Sudamericana. Y allí es en donde debe equilibrarse la opinión.

No puede ser que cuando Colón pierde es culpa de Lavallén y cuando gana es virtud de los jugadores. En estos casos no puede aplicarse el doble estándar, y repartir las críticas solo de un lado y los elogios del otro.

Incluso hubo partidos en los que Colón perdió no tanto por el planteo táctico, como sí por errores puntuales. Caso Huracán con una infracción sin sentido de Escobar dentro del área que abrió el partido. O con Zulia la irresponsabilidad de Díaz de hacerse expulsar y luego la pelota que se le escapa a Chicco. Y en eso nada puede hacer el entrenador.

Se lo puede criticar y con razón por no incluir antes a Morelo e insistir con Leguizamón,como así también el armado del banco de relevos ante Patronato (dos volantes centrales y dos marcadores centrales). Y obviamente la falta de funcionamiento que padece el equipo.

Pero si se circunscribe a los resultados y objetivos planteados, habrá que decir que por ahora la eficacia de Lavallén es incuestionable. Semifinales de Sudamericana, continúa en la Copa Argentina (enfrenta a Sol de Mayo por 16avos) y por ahora afuera de la zona del descenso en la Superliga.

Los objetivos se vienen cumpliendo al pie de la letra, luego se podrá cuestionar el modo en cómo se obtienen, pero en esta etapa resultadista que vive el fútbol, Lavallén viene haciendo los deberes.

Cuesta entender la histeria con la que se vive a diario y una muestra de ello son los insultos de algunos plateístas hacia el cuerpo técnico. Cuatro días después de que Colón clasifique a las semifinales de una Copa, se cuestionaba y hostigaba a Lavallén por el empate con Gimnasia.

Difícil de entender, pero que se encuadra en un contexto de urgencias con las que convive el fútbol argentino. Y del que también es parte este Colón ambivalente que se acostumbró a vivir realidades contrapuestas.

“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”

Beethoven