Manchester City parece ser el lugar predilecto de Sergio Agüero. Aunque, es cierto, cada uno de los clubes por los que pasó esta incansable máquina de hacer goles se quiere adjudicar el amor verdadero con el crack argentino. Este domingo, el Kun llegó a los 199 goles con el club inglés y quedó al borde de un hito más para la carrera de un jugador que con 29 años lleva 14 como profesional y que tiene mucha cuerda más para seguir haciendo historia.

Los primeros recuerdos del pequeño Agüero se remontan a Villa Domínico. Siendo todavía un niño enloqueció a todos en las inferiores de Independiente. Tanto, que Oscar Ruggeri, entrenador allá por 2003, lo hizo debutar en Primera cuando apenas tenía 15 años, un mes y tres días de vida. Fue, por entonces, el debut más prematuro de la historia del fútbol argentino. Y uno de los más prometedores también.

En el Rojo se ganó muy rápido a sus hinchas. Porque el Kun, en tiempos de actuaciones mediocres para el equipo de Avellaneda, se cargaba el equipo al hombro y la descosía en los clásicos contra Racing. Lo sabe Diego Crosa, al que bailó una tarde en la vieja Doble Visera. La Academia se convirtió en su víctima preferida y eso lo llevó a convertirse rápido en un ídolo rojo.

Pero no duró mucho en el país. A los 17 años el Atlético de Madrid lo vino a buscar y se lo llevó por 23 millones de euros, la venta más alta para el fútbol argentino hasta entonces. Y en el Atlético siguió creciendo.

Tras una temporada de adaptación, el crack de orígenes humildes la empezó a romper con el equipo de Madrid. En cinco temporadas metió 101 goles oficiales y llevó al Aleti, que venía de años oscuros, a ganar una Copa UEFA y una Supercopa Europea. El club, y especialmente los hinchas, lo adoptaron como propio.

En medio de su paso por el Vicente Calderón, el Kun demostró su madurez y su talento en dos mundiales sub 20. Su prematuro debut le permitió darse el lujo de jugar más de una vez con ese seleccionado y en 2005 y 2007 se consagró campeón del mundo. En el segundo de esos años, con Lionel Messi como socio. Allí nacería una amistad y una dupla muy repetida en la Selección mayor. Juntos también ganaron el oro en los Juegos de Beijing 2008.

Su amor por el Atlético tuvo un quiebre cuando Agüero pidió ser transferido. Dos meses después de esa petición, el Manchester City puso 45 millones de euros y se llevó al que pasaría luego a ser, quizás, el mejor jugador de su historia. Nada mal.

Vestido de celeste, el Kun hizo de todo. Convirtió en su primer partido, el 15 de agosto de 2011, y casi un año después, con un tanto agónico contra el Queens Park Rangers, le dio la Premier League al City, equipo que no se consagraba en Inglaterra desde la temporada 67-68. Muy rápido, con sólo 22 años, Agüero ya era ídolo en tres clubes, siempre rompiendo redes. Allí, en Manchester, se lo compara por su juego y sus definiciones con el brasileño Romario.

Repitió la Premier a mediados de 2014 y y también sumó una Community Shield y tres trofeos de la Copa de la Liga, contando el de este domingo, tras golear al Arsenal. Y va camino a ganar otra liga, en la que lleva 13 puntos de ventaja sobre el Manchester United.

La cuenta pendiente del Kun con el equipo que ahora dirige Guardiola está en Europa. Aunque los millones siempre ayudaron a rodear al argentino, nunca pudieron darle una Liga de Campeones. Eso sí, sus compañeros pasan, pero él sigue ahí, haciendo goles.

Otra cuenta por saldar está en la Selección mayor. Agüero disputó dos mundiales con Argentina, los de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, pero no pudo convertir goles. De hecho, en el último de ellos la Selección llegó a la final, pero el ex Independiente estuvo muy lejos de su mejor nivel. Tampoco pudo ganar la Copa América, algo que comparte con Messi. Jugó dos finales y las perdió.

En resumen, el Kun está en la puerta de los 200 con el City. Pero en total ya tiene 368 goles en 681 partidos, contando a sus tres clubes y los pasos por los seleccionados, desde el Sub 16 hasta los mayores. Una verdadera máquina que si no lo ubica como el mejor jugador argentino de los últimos años es porque existe un extraterrestre rosarino, su amigo Lio. Juntos son, una vez más, la esperanza para darle a Argentina su tercer mundial de la historia.