Barcelona sufrió mucho más de lo habitual en el derbi contra el Espanyol. Rescató sobre el final un empate para salvar su invicto en la Liga española y padeció un campo de juego lleno de charcos por un diluvio que no cesó en todo el partido. Y encima se encontró con un rival que se jugaba el partido del año y usó la pierna fuerte más de una vez.

Con la idea de no arriesgarlo en un año de mucha actividad, el entrenador Ernesto Valverde no incluyó a Lionel Messi entre los titulares y recién lo hizo ingresar a los 13 minutos del segundo tiempo. Fue con él en cancha que el local pasó adelante con un tanto de Gerard Moreno.

Messi y uno de sus chapuzones durante el partido contra el Espanyol. (Foto: AP)

La Pulga trató con sus armas de equilibrar la historia, dentro de un Barcelona al que esta vez le costó bastante encontrar los caminos para llegar al arco rival. Y fue a través de un arma inusual para el equipo culé que alcanzó el 1-1 definitivo: la pelota parada, gracias a un cabezazo de Gerard Piqué.

El gol del defensor, uno de los enemigos del público del Espanyol, caldeó más los ánimos de un partido que ya venía entreverado. Sergio García no vio la expulsión que ameritaba un patadón contra Umtiti, y también Gerard Moreno aportó lo suyo con una fuerte infracción contra Piqué.

Cerca del final, hasta Messi, un jugador habitualmente tranquilo, entró en los roces. Fue cuando trató de separar con su brazo al defensor Víctor Sánchez, que venía tomándolo de la camiseta y reaccionó con una patada. Ambos quedaron enfrentados y la situación no pasó de ahí: uno de los roces de un partido vibrante.