La socialdemocracia brasileña ya tiene su candidato para las presidenciales de 2018: es el actual gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin. Quien definió el futuro de este político, que debe terminar ahora su segundo mandato en el estado paulista, es la superestructura partidaria.

En una reunión realizada por la noche de este lunes definieron dejar al gobernador allanado el camino para 2018, al entregarle algo más inmediato: la presidencia del PSDB. Desde ese lugar, el actual gobernador podrá realizar dos movimientos simultáneos: unificar las filas partidarias en torno de su figura y, al mismo tiempo, comenzar a trazar los caminos para una alianza con otros sectores políticos brasileños.

Fue el ex presidente Fernando Henrique Cardoso el que impulsó la consagración de Alckmin. Desde hace días pedía que las distintas corrientes del partido dejaran de mostrarse los colmillos; en peleas que se tornaron públicas y desgastaron la imagen de la agrupación inclusive entre sus electores históricos, las clases A y B paulistas.

A eso se sumó la cuasi desesperación por encontrar un postulante a la presidencia del país que no estuviera contaminado “con la vieja política”, asociada a los sobornos y prebendas. Un personaje había emergido, en ese contexto, con una luz de gran intensidad: se trata del animador Luciano Huck, un conductor televisivo de la emisora Globo.

Pero este lunes, la nueva estrella se apagó y fue por propia voluntad. Declaró públicamente en un seminario promovido por la revista Veja: “No voy a ser nunca político. No quiero ser político”. No le faltaron razones para desistir de la aventura. No se llega a la presidencia desde cualquier lugar y sin una infraestructura partidaria de sustento.

La candidatura del gobernador Alckmin tiene, en ese sentido, el peso de la racionalidad. No por acaso es la personalidad que defiende la mayor parte del establishment. Así lo demostró una encuesta realizada, en ese sector, por la consultora Ipsos: 46% de los encuestados apoyó al gobernador paulista.

En el espectro de los políticos con capacidad para desempeñar el mejor papel en los comicios de octubre del año próximo, el ex presidente Lula es el hombre que encabeza el ranking entre las preferencias de los ciudadanos, con 42% de las intenciones de voto. Le sigue un outsider de la derecha: el diputado federal Jair Bolsonaro, capaz de juntar hasta un 26%. Sus chances, sin embargo, son casi nulas. No es un político “bien visto” en los círculos de decisión por sus posiciones de extrema derecha en el pasado.