Los militantes del Partido Socialista (PSOE) elegirán mañana a su nuevo secretario general en unas elecciones primarias que se convirtieron en el desafío vital para la centenaria fuerza española, inmersa desde hace casi un año en una batalla interna que amenaza con provocar su fractura. 
Más de 187.000 militantes están llamados a dirimir la contienda, que quedó planteada como una pugna entre la presidenta de la sureña región de Andalucía, Susana Díaz, que representa a la "vieja guardia", y el ex líder del PSOE Pedro Sánchez, quien insiste en modernizar al centenario partido, con una visión más heterodoxa que permita recuperar credibilidad perdida en los últimos años.
El ex presidente del gobierno vasco, Patxi López es el tercer aspirante, que se presenta como el candidato del "consenso" y el único capaz de reunificar al PSOE. pero carece de posibilidades, según las encuestas
"La división nos lleva a la irrelevancia y la desaparición", insistió López en el final de la reñida campaña, advirtiendo que es momento de mirar hacia adelante, a "lo que haremos el día siguiente". 
López, quien al igual que Sánchez aboga por un PSOE de "izquierda", pero que para algunos traicionó al ex líder negándose a unir fuerzas con él contra Díaz, recordó que el partido debe construir “un proyecto que vuelva a conectar con la sociedad”. 
Bajo el liderazgo de Sánchez el PSOE cosechó el año pasado los peores resultados de su historia, pero en un contexto extremadamente difícil para la socialdemocracia en Europa, por el rechazo social a los procesos de ajuste que se llevaron a cabo en el continente ante la crisis económica, y que impulsaron a los votantes a apoyar a nuevos partidos de izquierda, liberales, así como a la extrema derecha. 

A pesar del fracaso electoral, los socialistas españoles evitaron que les ocurriera lo mismo que al griego PASOK, o más recientemente al Partido Socialista francés, que pasaron de ser partidos mayoritarios a residuales en sus países. 
Parte del mérito se debe a la importante base territorial del PSOE, el partido que más gobernó en España durante la democracia y que se alternó en el poder con el conservador Partido Popular (PP) en un sistema bipartita que saltó por los aires en la elecciones de diciembre de 2015 con la irrupción del partido de izquierda Podemos y el liberal Ciudadanos tras la peor crisis económica que vivió España. 
La debacle socialista, no obstante, comenzó mucho antes, cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero imprimió un giro hacia la derecha en su gestión, que llevó a la derrota de Alfredo Pérez Rubalcaba frente a Mariano Rajoy en 2011 por mayoría absoluta.