Las entradas generales están a la venta en la boletería de San Martín 2020; a un valor de 150 pesos; con descuento para estudiantes y jubilados, 120 pesos. La obra cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro (INT).

 

Lo que se muestra y lo que se intuye

Una jovencita adolescente (Florencia Minen) y un sacerdote cincuentón (José Serralunga) son los personajes que protagonizan esta historia. Lo más importante en esta anécdota pasa tanto por lo que se muestra como por lo que se intuye. El foco se dirige a la intriga, a la curiosidad por saber qué está sucediendo y qué sucederá a continuación, porque la acción no se detiene. Incluso después de terminada la obra, quedan hechos pendientes. Los dos personajes son llevados a un vaivén emocional sobre el que no tienen dominio; y así la alegría, la nostalgia, la esperanza, la frustración, el enojo y la risa llegarán fácilmente, provocados por esa trama que los complica. Es una historia que involucra afectos, y que propone al espectador una atención permanente, para discernir aquello que es de aquello que parece ser. Porque, como en la vida, parafraseando a uno de los personajes de la obra, “hay tantas cosas que no sabemos”.

La puesta en escena plantea un espacio íntimo, que abre a universos amplios. El espectador participará espiando a esa galería donde todo transcurre, enmarcado en un planteo escenográfico original, que refuerza lo privado de la escena. 

 

Proceso creativo

La escritura de la obra coincidió temporalmente con el trabajo que ambos intérpretes desarrollaban en la obra “La Colección”, en 2014. Serralunga invitó a Minen a leer el texto, e inmediatamente decidieron ponerlo en escena. A ambos les atrajo, en la lectura, la fluidez del texto y de las emociones, las potencialidades que los personajes ofrecían a la interpretación actoral, la amplitud de interpretaciones posibles y lo entretenida que resultaba la historia. Un detalle interesante es que ambos decidieron tomar en forma conjunta la responsabilidad del proceso creativo, que implicaba definir estéticamente la puesta en escena, es decir, crear el espacio escénico, la escenografía, el ambiente lumínico, el vestuario, los registros de actuación, el maquillaje, hasta la imagen de comunicación, todo con una unidad de criterio. El resultado, que evaluará el público, es el producto de ese esfuerzo conjunto y de los talentos de ambos. 

 

Potencialidad del texto

Desde la producción se destacó que casi en simultáneo con el estreno en Santa Fe, el texto se presentará también en Santiago de Chile, bajo la dirección de Andrés Peña. De acuerdo a las charlas mantenidas entre ambos directores, se señaló que “los enfoques son muy diferentes en cuanto a qué elementos subrayar, lo que es decir que dos visiones estéticas muy disímiles son puestas en juego. Ello habla de la potencialidad del texto, que dice tanto como lo que calla”. 

 

Ficha técnica

La escenografía, diseño lumínico, vestuario y utilería son de Florencia Minen y José Ignacio Serralunga; la música original fue creada por Fabián Pínnola, quien también estuvo a cargo de la grabación con Marcelo González; la voz en off es de Sebastián Terentino. En la imagen y difusión del espectáculo, la puesta cuenta con la fotografía de Pablo Fernández, diseño gráfico de Carolina Lorenzón, prensa y comunicación de Moranda, imágenes y edición de Pablo Fernández.