Cientos de filipinos protestaron contra la brutal guerra antidrogas lanzada por el gobierno del presidente Rodrigo Duterte, en la entrada de la sede de la Policía Nacional, donde reclamaron el fin de las "ejecuciones extrajudiciales", como califican las más de 7.000 muertes que lleva la controvertida campaña.

"No más impunidad. Luchemos contra el terror de Estado", señalaba la mayor de las pancartas, alrededor de la cual los activistas pusieron muñecos tumbados en el suelo que representaban a las víctimas de las ejecuciones extrajudiciales, supuestos traficantes y adictos

Algunas de las pancartas pedían "justicia para Jee Ick-joo", un empresario surcoreano asesinado el pasado 18 de octubre, cuyo caso derivó en un escándalo que amenaza con hacer tambalear las bases de la sangrienta política antidrogas de Duterte, según informó la agencia de noticias EFE.

Ese día, varios individuos -entre ellos al menos un policía- se llevaron a Jee y a su asistenta del domicilio del primero radicado en la ciudad de Ángeles, situada a unos 100 kilómetros al norte de Manila, en una supuesta operación antidroga.

Ambos fueron trasladados a Campo Crame, el cuartel general de la Policía Nacional, donde la asistenta fue liberada pero el surcoreano falleció estrangulado ese mismo día, según una investigación.

Su viuda, Choi Kyung-jin, aseguró que los secuestradores le pidieron un rescate por liberar a su marido haciéndola creer que estaba vivo.

Duterte prometió limpiar Filipinas de narcotraficantes y drogadictos durante la campaña que le llevó a la victoria en las elecciones presidenciales celebradas en 2016.