"Esperamos una oleada de argentinos porque ahora no es caro para ellos", dijo a Télam Ignacio Garateguy, oriundo de Piriápolis, que va y viene a diario desde esa playa tan próxima.

 

Todo está listo. Los semáforos, que han pasado apagados un largo y frío invierno, prenden y apagan sus luces dando paso a uno o dos transeúntes, porque hoy viernes, las calles todavía están vacías.

 

En el shopping, centro comercial y social del verano esteño, los negocios están decorados con arbolitos de navidad y guirnaldas, pero hoy apenas si se ve salir a una mamá con los juguetes para sus hijos o cruzar a una vendedora, en sus 15 minutos libres, a tomar un café en el cyber.

 

En fin, nadie. La Tienda Inglesa, que mañana estará abarrotada de gente que cargará los carritos hasta convertirlos en verdaderas montañas con rueditas, ahora está semi vacía. Una botella de champagne se bambolea sola, golpeando las rejas del changuito, y una bolsa de manzanas y un yogurt ocupan el siguiente lugar en la cola de la Caja 9.

 

La pila de pan dulce importado de Brasil, que cada año arma esta tienda -hace poco vendida a capitales norteamericanos- se mantiene intacta y como un flash se puede anticipar que pronto será sólo un recuerdo, ya que su destino ineludible es la mesa de Nochebuena..

 

El viernes, el día antes de la temporada, todo está en orden y a la espera. Las tiendas todavía tienen la ropa ordenada, por color y por talle, y las vendedoras uniformadas y prolijas saben que en unos días estarán atendiendo a cuatro manos, despeinadas, agotadas por las horas extras y el poco sueño, y todo en el negocio será un caos menos la caja, que sonará a campanillas, como las de antes, aunque ahora sea todo por computadora.

 

"La gente siempre viene a comprar algo que se olvidó o se da cuenta que va a necesitar y los precios de la ropa y los zapatos es igual o más barato que en Argentina", declaró Mirta Montero, empleada de una boutique de ropa femenina.

 

Los espacios que mantendrán actividades sociales o espectáculos han hecho en estos días sus respectivas presentaciones y ya todo el mundo sabe qué pasará en el Hotel Conrad, qué se verá en el Cine Mantra y también que Norma Duek presentará el 8 de enero su muestra de varios artistas en la Liga de Fomento.

 

Será, sin dudas, un verano con eje en José Ignacio que ya está lleno. "Nosotros tenemos turistas europeos y ya están instalados desde mediados de diciembre", dijo a Télam Silvina Luna, a cargo de las relaciones públicas de los hoteles Vik, que acaban de inaugurar "La Susanita" -en alusión, obviamente, a la diva porteña que construyó su casa en la zona- con música, fogones, sushi, ceviche y parrilla para disfrutar a la noche con los pies en la arena y bajo las estrellas.

 

En el Parador de Tío Tom, Carlitos Perciavalle ya está -teléfono en mano- convocando a los amigos y mandándole mensajes al presidente.

 

Como la otra cara de la moneda, cuando todo se preparaba para empezar lo que pinta como una excelente temporada, en la antigua estación de servicio Ancap de la península, la comunidad le daba el nombre de Benito Stern a una de sus salas.

 

Merecido homenaje en vida a este querido y respetado vecino de Punta del Este, ex intendente y ex ministro de Turismo, quien -como tirando de un anzuelo en el fondo perdido de la memoria- recorrió la historia del balneario desde su infancia, cuando la Onda iba a buscar a los turistas a su casa y el ferrocarril llegaba hasta Gorlero.

 

Ubicada en la céntrica intersección de la avenida Gorlero y Calle 30, la Ancap conforma hoy junto con el Cantegril Country Club de Parada 16 y la estación de Carrasco en Montevideo, una trilogía de obras que fueron proyectadas por el arquitecto Rafael Lorente Escudero, en colaboración con el arquitecto Roberto Heraldo.

 

Un cálido y emocionante relato para unir a esta comunidad antes, justo el día antes, de que llegue la avalancha y cada uno se vuelque a atender su juego y no le vea más la cara ni al vecino.