Menos de lo esperado duró el alivio y la tranquilidad que significaron, para la comunidad de Chabás, que la empresa Ricedal Alimentos acatara a fines de marzo una conciliación obligatoria que derivó en la reapertura de la planta aceitera que tiene en la localidad y la reincorporación de los operarios que había cesanteado casi un mes.

Es que cuando sólo faltaban dos días para que expire el plazo de la ya prorrogada medida dispuesta por el Ministerio de Trabajo, la firma ratificó su decisión de cerrar su fábrica de aceite de soja ubicada a la vera de la ruta nacional 33, en el sector de ingreso al pueblo, lo que tira por la borda las expectativas en torno a la posibilidad de que siguiera funcionando para garantizar la continuidad de las fuentes de trabajo.

La postura asumida por la aceitera fue confirmada en una audiencia desarrollada recientemente en la delegación rosarina del organismo laboral y los nuevos telegramas de despido serían distribuidos mañana o pasado.

"Si bien desde el punto de vista legal las herramientas están prácticamente agotadas, no nos vamos a quedar de brazos cruzados", advirtió ayer a LaCapital, el delegado gremial, Pablo Lucero, quien luego dijo que definirán "con la federación gremial de aceiteros las acciones a seguir para intentar revertir el cierre"

Si bien de los 24 trabajadores afectados a la planta aceitera, seis aceptaron el retiro voluntario empresarial propuesto, el resto parece estar dispuesto, pese a la compleja coyuntura, a dar pelea en defensa de sus fuentes laborales.

Ricedal Alimentos prevé, según trascendió, paralizar las actividades en la aceitera y solamente mantener abierto el molino harinero que funciona en el mismo predio fabril de Chabás.

Maniobra empresaria. Para Lucero "detrás de esta decisión queda al descubierto la maniobra empresaria que venimos denunciando y que tiene por finalidad echar a los trabajadores aceiteros sindicalizados para reabrir la planta en pocos meses reduciendo costos laborales arbitrariamente".

El delegado gremial fundamentó su apreciación al ventilar que "la patronal les prometió a los compañeros que dieron su conformidad al retiro voluntario que los retomarían cuando en dos o tres meses supuestamente reabra la aceitera, lo que demuestra que se trata de una estrategia para sacarse de encima al gremio y manejarse a su antojo".

De concretarse el anunciado cierre, no solo se verán afectados los obreros cesanteados sino las actividades que genera en forma indirecta la aceitera y que también representan un importante aporte para el movimiento económico de la localidad.

Ante tal situación, la diputada provincial Miriam Cinalli se puso en contacto con los ministerios de Trabajo de los gobierno de Santa Fe y de la Nación para manifestar su preocupación y reclamar acciones "ante la ratificación por parte de la empresa Ricedal Alimentos del cierre (de la aceitera) una vez finalizada la conciliación obligatoria este miércoles 13 de abril", según expresó en un comunicado.

La legisladora resaltó que "de concretarse lo manifestado por la empresa en la audiencia realizada en Rosario, 18 familias se quedarían sin su fuente de trabajo, ya que otros seis empleados aceptaron el retiro voluntario".

Los despidos concretados el 29 de febrero cuando paralizó las actividades aduciendo "razones económicas por falta de rentabilidad", y que tuvieron como corolario la esperada reincorporación de los obreros luego de casi un mes de incumplimiento a lo dispuesto por el organismo laboral, alcanzó a 28 trabajadores, de los cuales 26 son aceiteros y los dos restantes al gremio molinero, aunque se ignora si este último grupo seguirá o no prestando servicio en el molino harinero que al parecer mantendría funcionando.