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Politica 28.02.2016

NACIONALES

Gestos, marchas y contramarchas en una semana agitada

Desde la protesta sindical que paralizó el centro hasta la citación judicial de Cristina Kirchner por la venta del dólar futuro, la semana que pasó refleja un país convulsionado.

Por: Infobae /

 El país empezó a moverse a través de gestos. La movida semana que termina lo hizo, y de qué modo, con dos. El primero, el del Papa Francisco, que recibió al presidente Macri con cara de muy pocos amigos. Su Santidad salía de un estado febril que, como es sabido, no admite indulgencias; de modo que tal vez sea ese el motivo de cierta frialdad que notaron los testigos del encuentro. Macri lo zanjó con un "Fue el contacto entre dos viejos conocidos". Amén. Ambos admitieron que hay que luchar por la unidad nacional y contra la pobreza y el narcotráfico. Bueno sería que no lo hubieran hecho pero, en el lenguaje de los gestos, Francisco estuvo muy lejos de las zalamerías que derramó ante Cristina Kirchner, que, cuando era jefe de los católicos argentinos, lo descalificó rebautizándolo como "jefe de la oposición". El kirchnerismo, ni lerdo ni remolón, empezó a adjudicar valor político al gesto adusto del Papa ante Macri.

El otro gesto que marcó la semana bajó como una espada flamígera, para terminar con las alegorías bíblicas, del Poder Judicial. Y tuvo dos aportes de carácter opuesto. El primero: el juez federal Daniel Rafecas, que planchó durante más de un año la causa Hotesur que intenta desentrañar el origen y crecimiento patrimonial de la ex presidente, de su familia, de amigos y favorecedores y, a ser posible, determinar si ese enriquecimiento fue ilegal y está o estuvo ligado al lavado de dinero, terminó por declararse incompetente para investigar y le aseguró así a la causa unos cuantos meses más de parálisis y de eventual impunidad de los sospechados. Rafecas -es sabido pero no está de más recordarlo- es el juez que dejó sin efecto la acusación del fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner, Héctor Timerman, Andrés Larroque y Luis D'Elía, entre otros, por encubrimiento del atentado a la AMIA de 1994. En aquel fallo de hace un año, Rafecas fustigó con dureza al ex fiscal, que ya había muerto de manera misteriosa, sin que hasta hoy sea posible saber cómo. En la causa Hotesur, Rafecas reemplazó a su par, Claudio Bonadío, al que el kirchnerismo en el poder logró desplazar de esa investigación judicial.

Precisamente de la mano de Bonadío llegó el otro mensaje del Poder Judicial: el juez citó a declarar a Cristina Kirchner, junto al ex titular del Banco Central Alejandro Vanoli y al ex ministro de Economía Axel Kiciloff por la venta de dólar futuro: una trampa de la que se aprovecharon empresarios y especuladores y que consistió en vender dólares a un precio inferior al que iba a tener en el momento de venderlos. El chiste, según cálculos oficiales, le costó al país cincuenta mil millones de pesos. Una paparrucha.

El kirchnerismo tomó la decisión de Bonadío como una declaración de guerra y lo denunció como un "instrumento de Macri", según Axel Kiciloff, que ignora que Bonadío fue un "cuadro" del PJ antes de su llegada a la Justicia federal.

Dos ex presidentes, Carlos Menem y Fernando De la Rúa, se sentaron en su momento en el banquillo de los acusados. Pero, según el particular sentido de la justicia y de los valores democráticos de los K, Cristina Kirchner debe permanecer intocable. En eso, el kircherismo levanta las banderas del isabelismo del '73, que cantaba: "Suenen los pitos, suenen los bombos, si la tocan a Isabel va a haber quilombo". Y así nos fue.

 

Algo parecido al poema del '73, con rima y metáforas diferentes, cantaban los manifestantes de ATE que el miércoles desafiaron el protocolo anti piquetes que la ministro Patricia Bullrich lanzó con bombos y platillos, con la sabia intención de que más de la mitad de la ciudadanía deje de vivir como rehén de quienes cortan calles, rutas y caminos en nombre de la protesta social.

ATE y sus muchachos le hicieron pito catalán a la decisión del Gobierno y el centro de la ciudad fue un caos durante toda la mañana de ese 24, en el que se cumplían setenta años del primer triunfo electoral de Juan Domingo Perón. Que una entidad gremial, puesta a elegir entre la protesta ordenada y la protesta caótica, decida por el caos, pinta una realidad ineludible del país y define los intereses de, al menos, un sector gremial. Hasta nuevo aviso, los gremios, asociaciones y federaciones sindicales son parte del sistema democrático.

En plena marcha, la dirigencia de ATE incurrió en un blooper magnífico: declaró, sin rubores, que en el Estado no hay ñoquis y que, en todo caso, era imprescindible pasar lista en cada dependencia estatal y despedir a quienes no ocupaban su lugar de trabajo. En pocas palabras, ATE admitió que lo que es verdad, no es cierto.

Los manifestantes de los trabajadores del Estado que el miércoles llegaban al centro porteño desde el Oeste y entraban a la Plaza de Mayo por la Avenida Belgrano, debieron ver, en el tramo que une el Departamento de Policía con la Avenida 9 de Julio, cartelería con el sello del PJ y dirigida a los jóvenes que pedía: "Afiliáte. Tomá partido por tus ideas". Era parte de la campaña nacional "Afiliáte al PJ para fortalecer al FPV" con la que el kirchnerismo, con La Cámpora como punta de lanza, piensa copar el partido antes de las próximas elecciones de autoridades en mayo. A esa misma hora, en el congreso del PJ en Obras, en el que La Cámpora quedó desairada y sin cargos, el ultra K Agustín Rossi exigía que las próximas autoridades peronistas, y por primera vez en la historia, "surjan del voto directo de los afiliados".

El otro territorio en el que el Gobierno se movió un poco atenazado por las pinzas opositoras, fue el de los derechos humanos. Macri visitó la ESMA y desató una oleada de críticas del sector que se siente dueño de esos derechos y que hubiese cuestionado que el Presidente no visitara la ESMA. El paso por el país del presidente francés Francois Hollande y el anuncio de la llegada de Barack Obama al cumplirse cuarenta años del golpe del 24 de marzo de 1976, marcaron una nueva etapa en las relaciones del país con el mundo a la que se sumó, por la escalera, la desangelada visita de Macri a Francisco.

La reunión de Macri con Estela de Carlotto en Olivos también pareció marcar un giro en las relaciones del Gobierno con los organismos de derechos humanos. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo declinó admitir que se había despedido del Presidente con un beso (pudores son pudores) y luego dejó paso a un representante de la agrupación HIJOS, que declaró que la próxima visita de Obama al país es "pisotear la memoria de nuestros muertos".

 

El desplante estaba basado en el rol de Estados Unidos "partícipe e instigador del genocidio en la Argentina y la región". Razón llevaba en parte el disertante si hablaba del accionar de Henry Kissinger y de su mandante, el presidente Gerald Ford, en aquellos años de plomo en Argentina y Chile en especial. Tal vez debió recordar, si es que lo sabía, el papel que jugó en 1977 el presidente americano James Carter, que plantó cara a los centuriones del "proceso" y envió a la Argentina a funcionarios del Departamento de Estado para que intentaran frenar la sangría.

Si alguien va a hablar de historia conviene que lea algún libro, si es este el caso. Obama llegará al país desde Cuba, que durante más de medio siglo soportó la brutal presión de Estados Unidos e incluyó un criminal bloqueo comercial y más de un centenar de intentos de asesinar a los hermanos Castro, Fidel y Raúl, encarados por la CIA, las Fuerzas Armadas y la Mafia, juntas o por separado. Raúl Castro se va a abrazar con Obama, en la comprensión, y la inteligencia, de que nuevos vientos soplan en el mundo. ¿Podrá la izquierda tonta Argentina pensar en algo parecido?

En solitario, casi como una botella al mar, el fiscal general de la Cámara del Crimen, Ricardo Sáenz, dictaminó que su par, Alberto Nisman, fue "víctima del delito de homicidio". Se basa en una serie de indicios que van desde la ausencia de huellas del ex fiscal en sus manos y en el arma que disparó la bala que lo mató, hasta las contradictorias pericias forenses pasando por la manipulación de las computadoras de Nisman tras su muerte y a la quirúrgica limpieza de huellas practicada en el departamento que fue la escena del crimen, en lo que parece ser un trabajo de profesionales.

Más allá de su dictamen, Sáenz también intentó, a sabiendas o no, borrar parte del oprobioso bochorno que implica para el Poder Judicial el no haber podido determinar siquiera, a casi trece meses, cómo fue que murió Nisman.

En otras palabras, a ver quién se hace ahora cargo del muerto.

“La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros ”

Noam Chomsky