Fue un empate que no le sirvió mucho a ninguno. Colón e Independiente tenían la necesidad imperiosa de ganar para comenzar a despegar. Y el que más mereció llevarse una victoria fue el equipo visitante, que jugó mejor que su adversario y tuvo la situaciones más claras, aunque le faltó eficacia para concretar todo lo bueno que generó y en los minutos finales no tuvo resto para sostener el ritmo. Si el Rojo no lo ganó fue porque hubo una diferencia entre ambos conjuntos en las áreas, donde Colón tuvo más peso y jerarquía a la hora de definir. Y también en los arcos: Leonardo Burián se mostró mucho más seguro que un dubitativo Sebastián Sosa.

El Rojo salió a jugar sin un centrodelantero. Eduardo Domínguez decidió darle descanso a Leandro Benegas y optó por no incluir a Leandro Fernández por bajo rendimiento. Si bien al equipo le faltó una referencia de área, los de Avellaneda tuvieron una postura ofensiva. Desde el arranque del partido, el conjunto del Barba fue agresivo en la presión, administró la pelota y los tiempos. Y también aprovechó el hecho de que el Sabalero quedó partido, con mucha distancia entre los defensores y delanteros. El medio del equipo de Santa Fe fue una zona de tránsito libre y sin peajes. Por eso fluyeron las sociedades entre Domingo Blanco, Damián Batallini, Tomás Pozzo y Alan Soñora, los encargados de gestar mediante el toque y la circulación de la pelota.

Lo cierto es que Independiente no fue efectivo a la hora de capitalizar las situaciones de gol generadas y, en el fútbol, perdonar es un pecado capital que suele tener un precio muy alto. En este caso, el costo fue un empate que lo aleja de la pelea por la Copa de la Liga y lo deja prácticamente fuera de combate, a falta de cuatro fechas para el desenlace de la fase inicial del certamen.

Más allá de eso, el equipo de Domínguez mostró capacidad de reacción para ponerse de pie luego de cada golpe recibido: lo perdía dos veces, pero tuvo resto y convicción para ir por el empate. Esa fortaleza para levantarse luego de cada impacto ya se había visto en los encuentros ante Boca en el estadio Ricardo Bochini (2-2), y Godoy Cruz (3-3) en Mendoza, cuando el Rojo corrió siempre en desventaja y logró empatarlo. En Santa Fe se vio a un equipo que nunca se rindió, que jamás abandonó su propuesta y siempre mantuvo la paciencia para elaborar y fabricar los espacios mediante la búsqueda de las triangulaciones, las asociaciones y las maniobras de elaboración colectiva. A pesar de que no faltó empuje, actitud ni determinación para sobreponerse a los momentos adversos, la realidad marca que al Rojo no le alcanza.

Los ingresos de Andrés Roa y Leandro Benegas por Carlos Benavídez y Damián Batallini, sumado al desgaste físico de los volantes, llevaron a Independiente a perder el medio durante el tramo del segundo tiempo. De todas formas, Colón nunca logró arrollarlo ya que Julio Falcioni dispuso un planteo conservador y procuró no perder el órden. El Emperador sabe que tiene una defensa endeble e intentó no quedar desprotegido. El Sabalero lleva seis partidos sin ganar, con cuatro empates y dos derrotas.

Independiente tiene una idea de juego clara, que en algunos encuentros se ve reflejada en la cancha, pero no dispone de intérpretes para dar el salto de calidad que demanda el peso de su propia camiseta. Para ambos fue un punto muerto.