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Información General 19.04.2021

Diferentes maneras en las que el clima puede afectarte

Qué cambios pueden ocurrir en el organismo con la suba o baja de la temperatura.

Fuente: Nexofin

El clima sombrío estimula nuestro cerebro, ayudándonos a concentrarnos y a pensar más profundamente, según algunos psicólogos. Nuestra memoria funciona mejor en los días nublados y lluviosos que en los soleados. Tal vez, en los días cálidos y luminosos, estamos demasiado ocupados siendo felices.

Estos son algunos de los efectos que el clima puede tener en nosotros:

1. Tus extremidades pueden hincharse

En días extremadamente calurosos y húmedos, tu cuerpo puede tener problemas para enfriarse. Normalmente, dirige la sangre caliente hacia la superficie de la piel, donde se enfría al sudar. Pero en temperaturas calientes, la transpiración no se evapora, así que, en su lugar, el fluido se acumula en tus extremidades, haciendo que se hinchen.

Qué hacer: enfriarse por otros medios, usando un ventilador o un deshumidificador, por ejemplo. Después de unos días, tu cuerpo se acostumbrará al calor y la hinchazón desaparecerá.

2. Podés tener un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón

Los climas extremos pueden poner a prueba tu corazón. Las temperaturas frías hacen que este trabaje más duro para mantener el cuerpo caliente, provocando que los vasos sanguíneos se contraigan y disminuyan el suministro de oxígeno al corazón. Este desajuste entre la oferta y la demanda puede terminar en un infarto o un derrame cerebral. Lo mismo se aplica al viento y la nieve, según algunas investigaciones.

Qué hacer: evitar el sobreesfuerzo, no trabajar físicamente en exceso ni recalentar el cuerpo.

3. Tu piel puede resecarse

A medida que el clima se enfría, el aire se vuelve menos húmedo, lo que puede afectar negativamente a la piel, la cual puede volverse seca, agrietada y con comezón, a veces agravando condiciones preexistentes como el eccema y la dermatitis. Los vientos fuertes también pueden dañar la barrera lipídica protectora de los tejidos, causando irritaciones.

Qué hacer: usar cremas hidratantes y protectores solares, evitar las duchas largas y calientes, ya que eliminan los aceites naturales que produce la piel.

4. Tu pelo y tus uñas pueden debilitarse

En invierno se enfrentan al mismo problema que tu piel. Los vasos sanguíneos se estrechan, y el suministro de nutrición y oxígeno se reduce. Eso debilita el pelo y las uñas, volviendo a estas últimas secas y quebradizas, y más propensas a sufrir cortes y lesiones.

Qué hacer: duchate no más de 5 a 10 minutos en agua tibia (no caliente). Usá productos de higiene con componentes hidratantes, evitá los jabones fuertes y no abuses con el lavado de manos. Usá menos shampoo y más acondicionador.

5. Dolor en las articulaciones

Es verdad cuando algunos afirman que pueden “sentir” cuando una tormenta se avecina. Una caída en la presión barométrica puede hacer que las articulaciones se vuelvan dolorosas, especialmente en aquellos que padecen artritis. Los fluidos dentro de las articulaciones se vuelven más espesos a bajas temperaturas, por lo que los huesos se sienten más rígidos. El frío también tensa los músculos y los tendones, ya que el flujo sanguíneo se redirige desde las extremidades a los órganos centrales para mantenerlos calientes.

Qué hacer: mantenete caliente. Eso activará el flujo sanguíneo, mejorará la tolerancia al dolor y aliviará los músculos. Las rutinas de ejercicio también evitan las molestias y la rigidez.

6. Tus alergias pueden empeorar

El clima influye en las alergias estacionales, causando ojos llorosos en días de viento, nariz tapada durante las lluvias y más. La temperatura también puede desencadenar procesos naturales como la polinización de los árboles, a la que podemos ser alérgicos. El sistema inmunológico considera que todo ese moho y polen es inseguro, y activa mecanismos de defensa como la comezón, estornudos y goteo nasal.

Qué hacer: averigua cuándo la temporada de moho y polen llegará a su punto máximo en tu área y evitá estar al aire libre durante esos momentos. Usá un deshumidificador y un aire acondicionado para filtrar el aire y evitar los alérgenos.

7. Deficiencia de vitamina D

Una de las principales fuentes es la luz solar. Las estaciones frías traen días más cortos, y por ende tendemos a quedarnos más en casa. Eso hace que inevitablemente recibamos menos luz solar. Como resultado, los niveles de vitamina D disminuyen. Los síntomas de este tipo de deficiencia incluyen debilidad muscular, presión arterial alta, fracturas por estrés y mayor sensibilidad al dolor.

Qué hacer: obtenerla de una fuente diferente. Comé más yemas de huevo, hongos y pescados grasos como el salmón y el atún. Además, bebé jugo de naranja y leche fortificada.

8. Podés quedar “atrapado” en un ánimo decaído

Con menos luz solar en otoño e invierno, podés experimentar un cansancio inexplicable. La falta de energía y el agotamiento son síntomas del trastorno afectivo estacional, que se manifiesta durante los meses más fríos por la falta de vitamina D. Debido a esto, el cerebro produce una menor cantidad de serotonina, por lo que sus niveles pueden verse afectados. Esto puede ocasionar que te sientas triste, de mal humor y con sueño.

Qué hacer: exponete a la mayor cantidad de luz posible y comé alimentos ricos en vitamina D. Además, trata de pasar más tiempo al aire libre, hacé ejercicio y dormí bien.

9. Es posible que tengas migrañas y dolores de cabeza más a menudo

El frío hace que los vasos sanguíneos se estrechen, disminuyendo el flujo de sangre que viaja al cerebro, lo que puede provocar fuertes dolores de cabeza. Y si tenés antecedentes de migrañas, casi cualquier cambio de clima puede ser un desencadenante de un ataque. Vientos fuertes, frío extremo, sol cegador, sequedad y caídas de presión barométrica son algunos de los peores factores.

Qué hacer: si sufrís de migrañas, siempre llevá un diario e intenta anotar las señales antes del ataque. Cuando descubras el patrón, será más fácil prepararte para eso.

10. Tu asma puede empeorar

El clima fuerte puede desencadenar un ataque de asma, ya que cualquier cambio en el aire puede irritar fácilmente las vías respiratorias inflamadas. El aire caliente y húmedo es más pesado y difícil de respirar, mientras que el frío y seco deshidrata las vías respiratorias, hinchándolas y restringiendo el flujo de aire. Y el clima húmedo favorece el crecimiento de moho, mientras que el viento esparce este hongo y polen por todas partes.

Qué hacer: mantené tu inhalador cerca y el cuello y el pecho calientes en los climas fríos. Hidratate, lávate las manos con frecuencia y usá un purificador de aire.

“¿Qué tiempos son éstos en los que tenemos que defender lo obvio?" ”

Bertolt Brecht