Si de figuras destacadas del básquet argentino se trata, Rubén Magnano, entrenador que comandó al seleccionado a la consagración en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, evidentemente tiene un lugar entre ellas. Ahora, de manera certificada, también será reconocido nivel internacional, ya que fue seleccionado para ingresar en el prestigioso Salón de la Fama de la FIBA. En un diálogo a fondo con Sportia, el entrenador manifestó sus sensaciones por el “especial” reconocimiento y reconoció haber recibido las felicitaciones de sus exdirigidos de la Generación Dorada.

“Es un momento bastante curioso, muy especial para mí, donde convergen muchas cosas. Tengo muy claro que para llegar a esta distinción tuvo que haber una aceptación muy grande de todas las partes que componen la vida de un entrenador: familia, confianza de los jugadores…”. La palabra creo que es agradecimiento”, expresó el actual actual asesor deportivo de Hindú.

En esa línea, confesó que ya estaba al tanto de la nominación “hace una semana” pero por una cuestión logística debió mantener la “cautela”.

Al mismo tiempo, opinó que este reconocimiento puede ser un punto bisagra para impulsar a otros técnicos: “es un agente multiplicador para todos los maestros, profesores y entrenadores que han tomado la disciplina como bastión. Me sacó el sombrero al trabajo del entrenador. Muy pocos tienen la vitrina y las cámaras, pero estoy convencido de la madera que hay”.

Las felicitaciones de la Generación Dorada, el tuit de Nocioni y su famosa corrida

Por otro lado, Magnano reconoció haber recibido el saludo de varios integrantes de la Generación Dorada y remarcó el valor de ese gesto. “Sí, algunos me escribieron. Cuando uno recibe un mensaje de estos personajes realmente es un impacto muy satisfactorio. Eso muestra un poco lo que uno ha ido sembrado. Ahí reflexionás y te das cuenta. Es algo muy lindo", contó.

En relación a la famosa corrida que protagonizó en Atenas 2004, posterior a la palomita de Emanuel Ginobili que le dio el triunfo a Argentina ante Serbia y Montenegro, sobre el final, el coach sostuvo que lo volvería a repetir sin dudarlo: “No me da vergüenza, me resulta muy curioso que lo haya hecho. Lo haría cien veces más en esa circunstancia. Me salió del corazón, no hubo nada armado.”