Las autoridades francesas están preocupadas por el exceso de turistas que llegan cada año a París, el primer destino mundial con 90 millones de visitantes esperados en 2018, y estudian medidas para trasladar el enorme flujo de viajeros al interior de Francia.

El gobierno del presidente Emmanuel Macron apunta a defender el rol de liderazgo de la Ciudad Luz, pero fija el objetivo de un turismo más limitado pero "sostenible".
 
Según el diario Le Figaro, que dedica un amplio espacio a este tema, las autoridades "tomaron conciencia de la amenaza vinculada al fenómeno del turismo excesivo, que ya suscita un rechazo a los visitantes por parte de los habitantes de Venecia, Barcelona o (la isla griega de) Santorini". Se trata de anticipar este fenómeno preocupante para todos, porque en Francia algunos destinos están saturados.

"Es necesario arremangarse -advierte Jean Baptiste Lemoyne, secretario de Estado del Quai d'Orsay-. Debemos incitar a los turistas a no ir solo a los sitios más conocidos", como París, el Mont Saint Michel o la Costa Azul.

En resumen, "desviar" los flujos turísticos a las provincias francesas, aunque operadores advierten que en varias zonas faltan infraestructuras. En Francia, después de años oscuros ante los atentados terroristas, creció 6,3% la llegada de turistas en los ocho primeros meses de este año y 13,4% solo en la región de París.