Donald Trump tiene un nuevo enemigo público, otro más: Amazon y su CEO, Jeff Bezos. Son varios los motivos que han llevado al Presidente de Estados Unidos a hacer pública su enemistad con esta compañía -cómo no- a través de Twitter, aunque básicamente se resumen en tres: impuestos, servicio postal y empleo.

Según Trump, Amazon está provocando la ruina del pequeño comercio y destruyendo millones de empleos, todo ello abusando de la eficiencia del servicio postal para enviar sus pedidos y además sin pagar los impuestos que debería pagar.

Tenga razón o no, la verdad es que los inversores se han tomado muy seriamente las amenazas del Presidente, cuyas palabras llegaron a provocar caídas superiores al 7% en el valor de la compañía en bolsa. Es un impacto importante, y todo con sólo unas palabras.

Más allá de los motivos que esgrime el Presidente para atacar a Bezos, hay quien señala a otros motivos más opacos tras su animadversión por la persona más rica del mundo: Bezos es propietario de The Washington Post, un medio con una línea editorial claramente contraria al mandato de Trump.

Además, los más críticos con el presidente también le acusan de hipocresía en este asunto. No olvidan que Trump se negó a publicar sus datos fiscales durante la campaña que a la postre le hizo presidente, y hay fundadas sospechas de que también es un habitual de paraísos fiscales.

Estados Unidos es una república cuyo presidente ejerce el poder ejecutivo y tiene amplios poderes en muchas materias, como por ejemplo la política exterior, pero ¿puede realmente Trump acabar con Amazon?

En realidad es muy complicado. Prácticamente todas las leyes fiscales y comerciales tienen que contar con la aprobación del Senado y la Cámara de Representantes, donde Trump dista mucho de controlar el ambiente. No sólo tendría enfrente a demócratas sino también a buena parte del Partido Republicano.

Sin duda el Presidente cuenta con una aliada en este asunto: la opinión pública. Millones de personas opinan de la misma forma que Trump, que Amazon está destruyendo al pequeño comercio con ayuda de una fiscalidad demasiado laxa, y por eso podría utilizar este clima de opinión para presionar a los representantes de distintos distritos para cambiar su voto.

Dicho esto, el Presidente de los Estados Unidos -sea Trump o cualquier otro del futuro- también tiene otra carta para jugar contra Amazon: las leyes antimonopolio. Bezos aún está lejos de construir un imperio que acapare con mano de hierro la inmensa mayoría del mercado, pero llegado el caso, se podría acabar con su dominio a través de la legalidad ya vigente en EEUU y también en otros países.