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Espectáculo 20.07.2017

RECUERDOS A 10 AÑOS DE SU MUERTE

ROBERTO FONTANARROSA, EL ROSARINO QUE TRASCIENDE CULTURAS

"La gran Fontanarrosa" fue comerse el mundo sin dejar su ciudad. 

Fuente: Clarín

Esta memoria debió haber sido escrita por Caloi. Carlos Loiseau, decía su documento de identidad. Pero al otro negro se le ocurrió irse de la vida también demasiado temprano. En mayo del 2012. Me avisaron con un llamado de celular mientras estaba en México. Caloi fue amigo íntimo del Negro. De Roberto Fontanarrosa, que incluso madrugó más que él: falleció en julio del 2007.

Roberto Fontanarrosa y su defensa de las malas palabras 2004

 

 

 

Caloi se dio hasta el lujo de participar, alguna vez, en la Mesa de los Galanes que aún se conserva como un monumento rosarino en el mítico bar El Cairo, en el vértice de Sarmiento y Santa Fe. Allí Roberto disertaba, jamás con lenguaje académico. Siempre con mordacidad y humor. Hablaba sobre la vida o la política, de la cual nunca hizo una religión. O de mujeres y de fútbol. De Rosario Central. Para el Negro, el fútbol era sólo un rodar incesante de rayas azules y amarillas. Aunque con los años hizo una excepción: se animó a elogiar el rojo y negro de los tiempos bautismales de Marcelo Bielsa.

Yo, en cambio, participé de aquella Mesa de los Galanes sólo desde la orilla. Una vez tomé un café en ella con otros amigos, por una gentileza de los dueños de El Cairo. Roberto ya no estaba. Pero supe compartir con el Negro otras cosas. Treinta y cinco años de trabajo cotidiano en Clarín. Cuando era un rito empezar la lectura por la contratapa del diario para disfrutar de Inodoro Pereyra. Cuando sus dibujos llegaban por correo especial dos veces por semana. De verdad. En la bolsa que despachaba la corresponsalía de Clarín de calle Córdoba. Desde este presente de modernidad parece que nos remontáramos al tranvía o al lechero. También compartimos y disfrutamos, por supuesto, los amores infinitos por Rosario. Su ciudad natal y, por adopción, la mía.

Roberto Fontanarrosa: Rosario en el corazón

Roberto Fontanarrosa en Rosario.

Roberto ha sido y es –diez años después—uno de los mayores emblemas de Rosario. Una urbe enorme y extendida que, ante la falta de otros rasgos distintivos, creció y forjó una identidad nacional en base a la pasión, la cultura y el orgullo de su gente. La ciudad ha funcionado como una usina de talentos en la cual Fontanarrosa arrancó ventaja a los demás. Se hizo popular e inexpugnable desde esa cuna. No le interesó ni necesitó cruzar otras fronteras. De adentro o de afuera. Lo eternizó Martín Caparrós en su libro El Interior. La gran Fontanarrosa fue haberse comido el mundo sin haber dejado nunca a Rosario, se ocupó de destacar.

Roberto Fontanarrosa: Rosario en el corazón

Inodoro Pereyra de Roberto Fontanarrosa se publicó en Clarín a partir de 1976.

El Negro fue un imborrable compañero de trabajo a la distancia desde 1973, cuando empezó a publicar sus primeras historietas. Ya estaban Caloi, Altuna, Dobal. Su figura tuvo siempre una presencia fantasmal en la redacción. No la debe haber pisado más de cuatro o cinco veces. Pero su humor despertó entre todos un afecto contagioso. Un sentido de pertenencia y solidaridad. La redacción de Clarín se cubrió de congoja el día de su muerte.

La obra del Negro creció en pocos años de un modo tal que de dibujante, humorista y periodista saltó a escritor. ¿Quién no se prendió con sus novelas?.¿Quién no se terminó haciendo amigo de sus personajes memorables?. ¿Quién no disfrutó de los innumerables cuentos de extravagantes poetas y futbolistas?

Esa capacidad para alternar las alturas literarias con la llanura periodística, el bronce de Jorge Luis Borges o Ernest Hemingway con la materia rústica de algún ignoto jugador, lo juntó en una ocasión en una charla de café con su espejo: Osvaldo Soriano. Fue en mayo de 1996, ocho meses antes de la muerte del Gordo. Existe por fortuna testimonio de esa obra cumbre.

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