Carola Ochoa comenzó a investigar sola, sin ayuda y con poco dinero, recorrió algunas provincias como mochilera. Su interés surgió luego de un viaje en el 2013 a Puerto Madryn para participar de la Carrera de Miguel, una prueba atlética en homenaje al deportista Miguel Sánchez, desaparecido por la dictadura.

“En un plenario organizado por la agrupación HIJOS, que se llevó a cabo en Puerto Madryn, se habló de los rugbiers desaparecidos que pertenecían a La Plata Rugby Club y me llamó la atención porque en su mayoría eran de clase alta y yo tenía muchos prejuicios con este deporte. Y no sabía que iba a encontrar lo que finalmente encontré”, relata Carola.

En esos primeros años le costó mucho conseguir información ya que “cuando me acercaba a los clubes y preguntaba generaba mucha desconfianza. Necesitaba alguien que me abriera las puertas”.

En ese momento decidió contactarse con algunos referentes de Los Pumas. Sentía que sin ayuda no iba a poder continuar. Le mandó un mensaje por Facebook a Eliseo Branca y para su sorpresa este emblema del rugby le respondió.

“Ese mensaje que le envié fue como una botella en el medio del mar. Y enseguida recibí como respuesta: “Sí, contá conmigo, hagamos lo necesario para recordar a estos muchachos. Yo voy a estar siempre ayudándote. Así que vos seguí, no aflojes'”, recuerda Carola emocionada.

A partir de la aparición del Chapa Branca todo cambió ya que él mismo se contactaba con los clubes para que Carola pudiera obtener los datos necesarios para su trabajo de investigación.

“Fui Pumita a los 16 años y Puma a los 18. Vivía en una burbuja. Una vez estaba en un hotel en Gales, cuando pasó una manifestación que denunciaba lo que ocurría en esos momentos en la Argentina. Y bajé y dije: 'Los argentinos somos derechos y humanos'. Siempre me quedó esa culpa por mi ignorancia. Por eso cuando la vi a Carola tan sola, decidí ayudarla. Yo rescato lo humano, la vida y la justicia”, reflexiona quien fuera una gloria de Los Pumas en los 70 y los 80.

Sobre este tema Carola agrega: “El ímpetu y la colaboración de Eliseo está relacionado con que cuando estuvo en el exterior vió a familiares denunciando lo que estaba ocurriendo acá con la dictadura y él dijo que no pasaba nada, que en la Argentina estaba todo bien. Y después le cayó la ficha de que en nuestro país hubo muchas desapariciones, secuestros, fusilamientos, torturas. Entonces creo que para él es una manera de saldar esa culpa. Y creo que la saldó muy bien. Es como volver a respirar. Él aprovechó esta convocatoria que le hice para lograr esto y yo me quedé tranquila, que atrás de este sueño estaba él apuntalando todo”.

El resultado de esta investigación dio origen al libro “Los desparecidos en el rugby” que se publicó el año pasado. Hasta el momento se registran 165 casos, pero se considera que van aparecer más. Lo que sucede es que hay corroborar los datos.

Desaparecidos en el rugby: el esfuerzo y la ayuda en la construcción de la memoria

“Hay muchos que por ahí conocieron a un supuesto militante que jugó al rugby, pero no se animan o no quieren que los nombren por miedo o por vergüenza. Creo que en los clubes todavía falta mucho por hacer con respecto a estos temas. Hay que convivir con la verdad, admitir que en la familia hay un desaparecido”, sostiene la autora del libro.

Además de su trabajo de investigación, Carola organiza desde 2016, en distintas provincias el “Torneo Nacional: Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos”. Este año se va a realizar en julio en Catamarca y en noviembre en Lomas de Zamora.

“Me emociona que me reconozcan como una militante de los Derechos Humanos. No hay ningún partido político detrás de lo que hago. Arranqué sola yendo de mochilera por las provincias. La verdad que fue una locura. Hice un trabajo de hormiga. No tengo hijos, pero lo que hice es una manera de crear vida”, señala esta investigadora sanjuanina amante del atletismo.

-¿Por qué consideras que hubo tantos rugbiers desaparecidos?

-Es un juego colectivo en donde prevalece esto de que son todos o ninguno. En este deporte no te salvás solo. Estos muchachos pertenecían a las clases altas y el rugby fue un lugar donde se desplegaron muchos valores que tienen que ver con la solidaridad. Es un deporte muy noble. Y estos muchachos como militantes no le tenían miedo al dolor ni a la muerte. Uno tenía prejuicios, pero la gente del rugby me ha ayudado muchísimo.

El Chapa Branca hizo aportes claves para la investigación.

-¿Qué esperás que suceda con esto que iniciaste en el 2013?

-Me gustaría que la UAR y las instituciones de deporte y de Derechos Humanos pudieran ayudar, eso sería lo mejor, pero me ayuden o no, voy a seguir con los torneos y con mi trabajo en cada lugar del país. Me gustaría también contactarme con Matías Lammens, pero nunca pude tener acceso. Sería un respiro para las delegaciones que van a participar de estos torneos porque todo se hace a pulmón. Durante todos estos años estoy muy emparentada con el fracaso. Pero me enseñó a no esperar mucho y seguir. Estuve a punto de abandonar si no fuera por el Chapa Branca. Él siempre me dice: “No hay que tener muchas expectativas porque después el dolor es grande”. Hay que hacer las cosas por uno.

-¿Qué representa el Chapa Branca para vos?

-Es alguien que nunca me va abandonar. Que nunca va dejar este sueño. Yo tengo la seguridad de esto. Es aquel jugador valiente, que te dice las cosas de frente. Creo que en este mundo quedan pocas personas como él. Lo admiro y me transmite su enorme fortaleza. Él me dice que los fracasos enseñan más que los éxitos y que uno tiene que levantarse siempre. Su apoyo fue fundamental. Lo más fuerte que he adquirido con esto que hice es la ayuda de Eliseo Branca. Es una persona extraordinaria.