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Sociedad 14.10.2019

España: “plaga” de las casas de apuestas y la ludopatía entre los jóvenes

En los últimos 5 años años, estos locales crecieron un 300 % en Madrid. En otras regiones, es aun peor. Se estima que hay unos 400 mil adictos al juego en el país

Fuente: INFOBAE

“Fuera casas de apuestas de nuestros barrios”. Con esta pancarta avanzaba el pasado domingo por Madrid la manifestación más grande celebrada en España contra un nuevo desafío que los protestantes califican como “la plaga del siglo XXI”. En los últimos cinco años estos locales han crecido casi un 300% en la capital española. El perfil del adicto al juego, cada vez más joven, es el de un hombre de clase media baja entre 18 y 34 años. El país con una de las tasas de desempleo entre menores de 25 más altas de Europa (uno de cada tres están en paro) se pregunta cuál será el futuro de sus hijos.

Durante la marcha del domingo que reunió a cerca de 1.500 ciudadanos en Tetuán (barrio latino y obrero a donde han ido a parar muchos jóvenes expulsados de otras zonas del centro por el altísimo precio del alquiler en Madrid), los más viejos comparaban la adicción a las apuestas con la plaga de la heroína que sesgó la vida de cientos de jóvenes españoles en la década de los 80.

“Se ha creado durante los últimos meses una alarma mediática y social injustificada, falaz y no ajustada a la realidad”, responde Alejandro Landaluce, director de Cejuego, la patronal del juego privado en España, desde donde advierten que las apuestas son una actividad “legal, regulada y normalizada” que da trabajo a 37.000 personas.

 

 

 El país con una de las tasas de desempleo entre menores de 25 más altas de Europa (uno de cada tres están en paro) se pregunta cuál será el futuro de sus hijos

 

 

El sector del juego supone el 1.5% del Producto Interior Bruto en España, generando más de 43.000 millones de euros, según las cifras que manejan en FEJAR. Esta federación que acoge a los jugadores de azar rehabilitados estima que entre los casi 47 millones de personas que viven en el país hay unos 400.000 adictos.

Desde PATIM, un centro que trabaja para la prevención y el tratamiento de adicciones, explican que en los últimos años el juego se ha convertido en una de las principales causas por las que un paciente enfermo les contacta. Igual que antes sucedió con la heroína, después con el alcohol y el cannabis. Hablan de una “cuarta ola” de adicciones en España: la ludopatía.

Al principio los efectos son apenas perceptibles (desmotivación en el trabajo, pérdida de la autoestima, ansiedad, problemas de comunicación con el entorno más íntimo) pero, como advierte la Organización Mundial de la Salud, las consecuencias pueden ser devastadoras: consumo de sustancias prohibidas, infracciones legales, deudas económicas insalvables, aislamiento social...

La manifestación del último domingo en Madrid contra las casas de apuestas (gentileza: @DaniGagoPhoto)

La manifestación del último domingo en Madrid contra las casas de apuestas (gentileza: @DaniGagoPhoto)

Un informe de la Universidad Carlos III de Madrid muestra que los jóvenes españoles cada vez comienzan antes a apostar, desde los 14 años, ya sea en los locales de juego o a través de Internet, y cuando cumplen la mayoría de edad están enganchados. De acuerdo a sus cálculos, 230,000 menores de 35 presentan un alto riesgo de adicción en España, que tiene el índice más alto de ludópatas juveniles (entre 14 y 21 años) de toda Europa según FEJAR.

Con una tasa de 6,05 casas de juego por cada 100,000 habitantes, Madrid está lejos aún de la concentración que sufren otras regiones españolas (Murcia llega a 19.6 y Andalucía a 8.35), pero el caso de la capital es paradigmático como ejemplo del pronunciado crecimiento de estos centros durante el último lustro.

Según denuncian desde la Plataforma contra los Locales de Apuestas en Madrid, su expansión sigue unas reglas bien definidas. Comienzan instalándose en barrios obreros como Tetuán, Carabanchel, Puente de Vallecas, Usera, Latina y Ciudad Lineal. Entre todos ellos albergan más de la mitad de los 378 negocios de este tipo -en 2014 eran 184- que el Ayuntamiento de Madrid tenía registrados en julio de este año.

En estas zonas los alquileres del local son más baratos y además disponen de un potencial cliente desocupado, pues las tasas de paro son más altas y la oferta de centros deportivos, culturales y de ocio son menores que en otras zonas más caras de la ciudad.

(Shutterstock)

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Su ubicación coincide en muchos casos con la proximidad de colegios infantiles, centros educativos de bachillerato o de formación profesional. En la calle Bravo Murillo por donde discurrió la manifestación del domingo hay ocho institutos y hasta una decena de casas de apuestas en apenas un kilómetro.

Los vecinos se quejan de que su barrio se ha convertido “en un casino al aire libre”. No exageran: esta calle antaño repleta de comercios locales, donde aún resiste el emblemático Mercado de Maravillas, hoy está atravesada por cadenas de comida rápida, locales de compraventa de oro y envíos de dinero, además de las casas de apuestas.

Dentro de estos locales se abre un universo de posibilidades inimaginable para muchos jóvenes sin ingresos a los que su familia apenas les da una paga de unos pocos euros a la semana. Son lugares confortables con luz oscura, donde la música nunca para, las consumiciones (también el alcohol) son baratas y hay una oferta abrumadora no sólo de deportes (ya sea el partido del Real Madrid en Champions o la final de Nadal en Wimbledon) sino de juegos en los que se pueden hacer pequeñas apuestas con dinero real.

La ley prohíbe entrar a los menores de edad (por debajo de 18 años) pero las distintas organizaciones vecinales que se reunieron en la manifestación del domingo (hasta 168 procedentes de toda la Comunidad de Madrid) denuncian que casi ningún local cumple los controles necesarios en la entrada.

La policía española efectuó hace unos días una redada por todo el país para comprobar si esto era cierto. Durante 48 horas, entre el 26 y el 27 de septiembre, inspeccionó 1,881 casas de apuestas (en España hay registradas un poco menos del doble, cerca de 3,000). La denominada Operación Arcade se saldó con la identificación de 28 menores y la detención de cuatro personas.

Todos los chavales de mi grupo están apostando en su tiempo libre, gastando un monto de dinero, son adictos y nadie dice nada. Las casas de apuestas parecen un buen espacio para quedar con los colegas y pasártelo bien hasta que llega un momento en el que empiezas a ir por rutina, ya no disfrutas, es como si fuese una droga”.

Este testimonio de un joven español ha sido utilizado por el partido de izquierdas Unidas Podemos para liderar esta lucha en plena campaña electoral antes de que lleguen los comicios del 10 de noviembre.

 Todos los chavales de mi grupo están apostando en su tiempo libre, gastando un monto de dinero, son adictos y nadie dice nada

“La expansión de las casas de apuestas en ciudades de toda España sigue la misma lógica liberal de los fondos buitres del sector inmobiliario. Está en juego la lucha por el territorio y el modelo de sociedad que queremos para las próximas generaciones. Con estos salones de juego les ofrecen un espejismo, es una forma de adormecer la rebeldía de los jóvenes en los barrios populares”, dice a Infobae el diputado Rafa Mayoral.

Entre sus propuestas están las de cerrar de aquí a dos años el 90% de los salones de juego; prevenir desde la administración la ludopatía, con campañas que insistan en que no es un juego sino una adicción, y construir más centros sociales para que los jóvenes tengan espacios para reunirse.

Por el momento sólo les han apoyado los socialistas del PSOE, quien ostenta el gobierno de forma provisional, absteniéndose el resto de formaciones políticas con representación mayoritaria en España.

Otra de las fuentes de controversia han sido los anuncios de publicidad de estas empresas, que utilizan a ídolos adolescentes como el futbolista Cristiano Ronaldo o populares presentadores como Carlos Sobera para liderar sus campañas. Los mensajes son directos e insistentes: “Juega. Gana”. Y se emiten a cualquier hora en la televisión.

En ese punto la patronal del juego reconocía en un comunicado reciente que “nuevos tiempos exigen nuevas medidas” y pedía al gobierno modificaciones “urgentes” en la legislación vigente de 2011 para proteger “a los más vulnerables” y retirar la publicidad de apuestas en horario infantil.

(Shutterstock)

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Sin embargo se niegan a que el juego sea tratado igual que sustancias nocivas como el tabaco y el alcohol, lo que llevaría a la prohibición total de cualquier anuncio sobre el tema. Están dispuestos a llevar esta batalla legal a la Unión Europea si el Estado no se pone de su parte. “Sería un error garrafal, ya que se limitarían las libertades de la inmensa mayoría de los españoles”, decía en una rueda de prensa en septiembre Carlos Duelo, directivo de la empresa Cirsa.

En juego hay mucho dinero. En 2018 Lotería y Apuestas del Estado (el ente que controla el negocio desde lo público) generó unos beneficios de 3.410 millones de euros. Desde el sector privado advierten que en un sistema de libre mercado no pueden impedir a otros competidores repartirse un trozo de este suculento pastel.

Mientras tanto, la batalla se ha trasladado a la sociedad, que asiste preocupada ante la constatación del aumento de las cifras de afectados. En septiembre de 2018 el gobierno regional de Madrid confirmaba que la cifra de inscritos en el registro de prohibidos (aquellos que voluntariamente avisan para que se vete su entrada en las casas de apuestas, pues por ellos mismos no son capaces de dejar la adicción) creció un 320% en los últimos cinco años, pasando de 4.227 a 17.735.

Este mismo miércoles se hacía viral un hilo en Twitter donde un joven periodista explicaba su dramática experiencia en los salones de juego. “Tengo 22 años, soy jugador en rehabilitación, ni me escondo ni me avergüenzo. El juego no sólo me robó dinero, me robó el alma. Me hizo contraer una deuda que no se puede saldar con dinero, los besos que te debo, mamá”.

 

“El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo”

Paulo Coelho