Cuántas cosas tendrá Bauza para trabajar en esto de darle algún vuelo futbolístico más osado al equipo. Cuánta tranquilidad tendrá por estos días luego de ver que en los dos primeros partidos del torneo el equipo marcha puntero, que sobre seis puntos en juego la cosecha fue del ciento por ciento. ¿Es tiempo de ver las formas, de analizar de qué manera se está abrazando a la alegría? Posiblemente sí, pero el contexto obliga a poner el foco en la sonrisa que, claramente, impone condiciones. Lo que está claro es que a este Central lo abraza un convencimiento ya establecido. No le importa no brillar mientras gane. Porque por más que sea por la mínima, lo que fecha a fecha se logra es el objetivo de máxima. Por eso Central va, con lo que tiene, de la forma que puede, pero va.

La calma que demuestra el entrenador del otro lado de la línea es lo que el equipo hace adentro de la cancha. Porque este Central está lejos de las estridencias, del histrionismo, de los movimientos compulsivos. Así como el Patón camina de lado a lado en el corralito, muchas veces con la cabeza gacha, sus dirigidos se mueven de manera pausada. Muchas veces en un nivel que complica, como le ocurrió anoche.

Si el Patón pretendía bajar la cantidad de goles en contra que sufrió el canalla en la temporada anterior, el resultado obtenido hasta el momento es ciento por ciento efectivo, para sacarse el sombrero. Lo que nunca deberá hacer es dejar librado al azar o a la puntería de los delanteros rivales la suerte propia. Tampoco ofrecer las facilidades que entregó durante gran parte de los 90 minutos frente a algo de vértigo del lado de Talleres. Eso es parte del orden que al equipo anoche le faltó en el Kempes y que el técnico seguramente se llevará como materia pendiente.

Anoche Bettini y Parot nunca pasaron juntos al ataque, lo mismo que contra Banfield; anoche Gil y Ortigoza pocas veces desprotegieron la zona; Cabezas nunca fue a buscar al área rival en una pelota detenida. Peso a ello aparecieron grietas. El famoso orden nunca se transformó en desorden, pero sí en flaquezas.

Pero lo de siempre, lo que los protagonistas repiten a menudo, esto de que "siempre es mejor corregir cuando los resultados acompañan". Desde esa óptica el Patón y sus muchachos están ante el mejor escenario. Porque pueden virar el rumbo donde creen que están flaqueando, pero podrán hacerlo con un respaldo inconmensurable como son los dos triunfos logrados en las dos primeras fechas de la Superliga.

Para lo que venía ofreciendo Central en los últimos años, con otros nombres por supuesto, lo que hoy existe es totalmente distinto. En algunos casos se ubica en las antípodas. Y esto al menos hoy está dando resultados. Porque, entre otras cosas, se volvió a mantener el arco en cero. Y a esta altura no es un detalle menor que en los tres partidos dirigidos por Bauza el equipo no haya recibido goles.

Después, lo poco que se ofrezca desde el juego colectivo será igual altamente gratificante si los resultados acompañan. No hace falta explicar qué tipo de complicidades está ofreciendo hoy ese detalle (que no es para nada un pequeño detalle) llamado "puntos", "triunfos" o como se lo quiera denominar.

Bauza llegó con un objetivo de mínima a Arroyito, que era mejorar la campaña de la temporada pasada y bajar la cantidad de goles en contra. A ese anhelo de mínima lo está logrando con lo que es la máxima del resultado. Y no parece haber demasiadas objeciones por lo que está sucediendo. Más bien todo lo contrario. Es probable que con este plan estratégico Central pueda despacharse con alguna goleada, también que pueda sufrir algo de eso, porque la chance siempre está abierta. Pero si algo está claro es que lo que hay conforma, además de tranquilizar. Y si puede ganar así, de manera escueta, servirá igual. Porque con esa diferencia mínima logra la de máxima.