En visperas de la mayor reivindicación que la mujer ha elevado en todo el siglo, una versión moderna y universal de aquellas mujeres que se reunieron en Seneca Falls exigiendo derechos femeninos hace 170 años, un dato demoledor aviva la reflexión. El informe que Sporting Intelligence realiza anualmente revela que el sueldo de Neymar en el PSG, cifrado en 43,8 millones de dólares, equivale a la suma del de 1.693 futbolistas mujeres, todas las de las ligas más importantes: Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Suecia, Australia y México.

En España, todas las nóminas de Primera división juntas alcanzan a duras penas la décima parte del salario del brasileño. Probablemente no hay una brecha tan grande en toda la sociedad como la del fútbol, insostenible por mucho que se acuda a la fórmula de la oferta y la demanda. Cualquier futbolista de un equipo de los top mundiales -Real Madrid (excepto Achraf) o Barcelona- gana más que la suma de las 10 mejores jugadoras del mundo, que totalizan 1,5 millones de euros.

Con todo lo hiriente que puede significar el asunto, quizás lo más duro es ver el escaso respaldo que ha encontrado históricamente cualquiera de las acciones en sentido contrario. Ni Hope Solo, la guardameta estadounidense que pleiteó contra la Federación Estadounidense de Fútbol por equiparar las contraprestaciones de su selección a la de los hombres -cuatro veces mayor- ni la huelga de la selección danesa en los partidos europeos para acabar con la brecha salarial del pasado otoño, han sido una llama que ha prendido realmente.

Aquello se lleno de likes y retuits como si el cómodo manejo del cursor de un portátil bastara por significar una adhesión incondicional a un movimiento que necesita otro tipo de acción más efectivas y perennes. Las mujeres están en desventaja en número -licencias profesionales en el mundo hay 1.790 frente a 137.000 masculinas- y en recursos. El fútbol, como deporte más seguido, debería pelear seriamente por recortar la distancia. Ningún país se salva. Ni Suecia, donde el 44 por ciento de los parlamentarios son mujeres, ha atajado eficazmente el problema. De hecho, la liga mejor pagada es la francesa que arroja como media 42.188 euros de ficha, el equivalente a un equipo puntero de la Segunda B masculina española.

¿UNA YOUTH LEAGUE FEMENINA?

El fútbol necesita introducir el factor cultural como corrección. Ahora que la UEFA ha prometido más de 100 millones a partir de la próxima temporada a los equipos que van a jugar la Champions podría introducir como obligación la necesidad de tener un equipo femenino de Youth League. Es una de las muchas fórmulas que pueden cambiar la situación en un plazo razonable de tiempo. Los incentivos importantes han comenzado en Inglaterra y se tiene confianza en ver resultados de inmediato.

En España se partía del subdesarrollo y cualquiera de las medidas que se han puesto en marcha pueden parecer sobresalientes, aunque no pasen de destacables.Sobre todo LaLiga e Iberdrola. Falta un impulso social, una estructura de cantera más robusta y la firme creencia de que esto no se hace por una corriente desatada en el ciberespacio sino por la convicción de la necesidad de reparar un mal histórico que ya no puede ir más lejos.