Fundador de la Linea Córdoba, Martinez fue un hombre que protagonizó un pasaje muy importante de la historia de la UCR, siendo intendente de la capital cordobesa durante la gestión de Don Arturo Illia, candidato a Gobernador con un alto nivel de votos en el año 1973, y finalmente miembro de la Fórmula que llevó el gobierno nacional desde 1983 a 1989.

Noble adversario de Renovación y Cambio, hombre de profundas convicciones cristianas y portador de un perfil austero y bajo, supo acompañar a Alfonsín hasta su último día de gobierno, de manera incondicional, a pesar de no compartir muchas de las decisiones del Presidente.

Se lo recuerda con especial afecto, por su firmeza a la hora de evitar las tentaciones que supieron ofrecerle los sectores más reaccionarios de Argentina, en las situaciones de crisis económicas y políticas, que debió afrontar Alfonsín:

“Si el Dr Alfonsín renuncia, yo renunciaré con él. Somos parte de una unidad, no somos cosas diferentes” afirmó ante la consulta de la prensa, que colaboraba con la idea de una salida de “un reemplazo presidencial para iniciar una etapa diferente” en Argentina, como alcanzó a decir alguna vez el periodista Mariano Grondona, fogoneando esa idea.

En ese contexto, es donde se aprecia la lealtad de los hombres, y Martinez, con todas las diferencias ideológicas y políticas que pudo tener con los sectores progresistas de la Unión Cívica Radical, fue un ejemplo de rectitud.

Tras ocupar la Vicepresidencia durante casi seis años, sólo ocupó un cargo en la Embajada de Perú, durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Luego se retiró a de la vida política, llevando una vida acorde con sus valores: austera y silenciosa.

La figura de Martinez se engrandece cuando hay ex vicepresidentes detenidos por corrupción, sospechados de lavado de dinero y de haberse intentado apropiar de la Fábrica de Billetes del país. En ese contraste, brillará Martinez a pesar de su bajo perfil. Ha muerto un dirigente político honesto y leal. En Argentina eso, no es poca cosa.