La concentración de poder en China, y el culto a la personalidad, están intentando cambiar algunas bases culturales del país. Como ejemplo asoma lo que sucede en Yugan, una comarca del sur con una fuerte comunidad cristiana, cuyos habitantes están siendo obligados a descolgar de sus casas retratos de Jesús, cruces y otros símbolos religiosos para sustituirlos por cuadros con la imagen del presidente Xi Jinping.

De acuerdo a lo que informa el South China Morning Post, un diario de Hong Kong, miles de cristianos de esa zona,en la provincia de Jiangxi, cedieron a estas presiones. Algunos bajo la amenaza de dejar de recibir ayudas económicas para paliar su pobreza.

Se calcula que un 10% de personas en Yugan viven bajo el umbral de pobreza, porcentaje que coincide con el de cristianos en la zona. Las autoridades locales han lanzado una campaña para “transformar creyentes en la religión en creyentes en el Partido”, que incluye la entrega de cientos de retratos del presidente Xi y visitas de líderes a comunidades pobres cristianas para convencerles de que cambien sus iconos domésticos.

Qi Yan, presidente de una de las asambleas locales, sostuvo ante el diario chino que “muchos campesinos son ignorantes, creen que Dios es su salvador, pero después del trabajo de los líderes se darán cuenta de sus errores y verán que ya no deben apoyarse en Jesús sino en el Partido Comunista”.

El aumento de la concentración de poder en un sólo líder es un proceso que no se daba en China desde la muerte de Mao Tse Tung en 1976. El presidente busca imponer su agenda como líder del PC, evitando que otros grupos ideológicos disputen la supremacía del partido y cuestionen su autoridad y visión de China.

Fue a fines de los ‘60 cuando distintas ramas del cristianismo ingresaron en comunidades rurales y urbanas de algunas partes de China, formando una comunidad religiosa creciente que, según algunas estimaciones, ya supera a los 90 millones de miembros del Partido Comunista.w