Las Google Glass vuelven al ruedo. El gigante informático presentó las gafas inteligentes con pompas y platillos en 2012 pero a los tres años detuvo la producción.

En su momento fueron muy criticadas por su elevado precio (USD 1.500) y porque se consideraban una invasión a la privacidad y seguridad. Y quizás también porque resultaba ser un dispositivo demasiado disruptivo para ese momento.

Pero hoy, apenas cinco años más tarde de su primer lanzamiento, los gafas de realidad aumentada vuelven a decir presente, en una versión mejorada y con el nombre Google Enterprise.

A diferencia de las originales, sólo se podrán adquirir a través de partners de Google. Son 11 las empresas que tienen permiso para distribuir este gadget: 9 son de Estados Unidos y 2, europeas.

Estos anteojos, que apuntan a las empresas más que al usuario final, tienen 2 GB de RAM, 32 GB de almacenamiento interno y un procesador Intel.

La pantalla tiene 720 píxeles de resolución, tal como la versión original, pero el display es un poco más grande.

La montura se puede doblar, el cable de carga es flexible y además la batería (780 mAh) incrementó mucho su autonomía: permite hacer dos horas de streaming continuo.

Cuenta con Bluetooth, conexión Wi Fi y la cámara tiene 5 MP de resolución.

Los usos son múltiples. Lo pueden usar cirujanos para grabar videos en directo y compartirlos con sus alumnos, tal como se hace con los Spectacles de Snapchat.

También se pueden emplear para escanear códigos QR, algo que puede resultar de utilidad para tareas logísticas, ya que de este modo se podría hacer un seguimiento de los productos que ingresan a una despensa, por ejemplo.

Los wearables se comercializan a partir de los 1.500 euros y pueden valer hasta 2.500 euros según las aplicaciones que se incluyan.