Durante la sesión de su investidura Rajoy se comprometió a suspender los exámenes conocidos como "reválidas", que son necesarios para obtener los títulos de secundaria obligatoria (4 años) y Bachillerato (2 años), hasta que su nuevo Ejecutivo alcance un pacto de Estado de Educación con el resto de partidos, que son contrarios a la actual ley.

El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, anunció en el pleno del Parlamento su intención de convocar una conferencia sectorial el 28 de noviembre para negociar en la línea marcada por Rajoy y aprobar un decreto ley con efectos inmediatos, pero la oposición apoyó la moción de los socialistas.

La propuesta del PSOE, que recibió 208 votos a favor y 133 en contra, insta al Ejecutivo del Partido Popular (PP) a que remita a la Cámara Baja una nueva reforma educativa consensuada que suponga la derogación de la anterior normativa, que se popularizó como la "Ley Wert", por el ex ministro de Educación del ramo, José Ignacio Wert.

Los liberales de Ciudadanos, los izquierdistas de Podemos y los independentistas catalanes, apoyaron al PSOE pero anunciaron que presentarán enmiendas, mientras el PP votó en contra.

En la reforma de Rajoy, el examen final de Bachillerato debía sustituir la prueba de acceso la Universidad, la Selectividad, pero la iniciativa presentada por el PSOE lo pretende evitar.

En su planteo, los socialistas también reclaman que se acabe con la segregación en los centros educativos financiados con fondos públicos, que la asignatura de religión no sea evaluable y que el nombramiento de los directores se haga de nuevo a través de los Consejos Escolares, entre otras medidas.

Los diferentes partidos opositores defienden que se debe llegar a un acuerdo para una ley que tenga en cuenta la posición de los distintos representantes de la comunidad educativa.

La anterior reforma, considerada un retroceso de la educación pública a la época de la dictadura franquista, contó con un fuerte rechazo social y se aprobó gracias a la mayoría absoluta del PP.

Pese a que arranca la legislatura con una derrota emblemática, Rajoy sostuvo que está "tranquilo".