Por segunda vez en menos de una semana, la comunidad educativa de la escuela San Roque debió experimentar momentos de tensión e incertidumbre, tras recibir un llamando telefónico alertando sobre la existencia de una bomba en el establecimiento.


Minutos después de las 9 alguien se comunicó con dicho colegio e hizo llegar el macabro mensaje, lo que obligó a dar cuenta de lo ocurrido a la policía.


Tal como indica el protocolo para este tipo de situaciones, de inmediato se ordenó la evacuación de la institución ubicada en Güemes al 5200, en el corazón del barrio Sargento Cabral.


En cuestión de minutos la totalidad del alumnado, junto a personal docente y no docente, se instaló en los alrededores de la escuela, mientras se producía el arribo de los primeros patrulleros. La anormal situación provocó el lógico revuelto entre el vecindario que intentaba saber el motivo de semejante alboroto.


Al lugar concurrieron agentes de la seccional 5ta. (interviene por jurisdicción) junto a uniformados del Comando Radioeléctrico, los que procedieron a cortar el tránsito de vehículos y de personas por la zona.


Luego fue el turno de los hombres que integran la Brigada de Explosivos, quienes procedieron a requisar metro a metro cada rincón de la institución.


Culminados estos trabajos se determinó que, por fortuna, no había ningún artefacto explosivo en el lugar y que todo había sido obra de algún mal intencionado bromista.


No es la primera vez que esta escuela atraviesa por una situación de alarma. La semana pasada se produjo un hecho idéntico.


En aquella oportunidad, siempre por vía telefónica, el anónimo chantajista hizo saber que había colocado una bomba en la parte de escuela primaria. En el caso de hoy el supuesto artefacto estaba en la parte de secundaria. “Dijo que iba a explotar todo el colegio”, según reveló una fuente consultada en el lugar.


Cabe agregar que a principios de esta semana, una situación similar se vivió la escuela de Lourdes. La metodología fue idéntica. Un llamado telefónico anónimo alertando sobre una bomba.
Respecto a la investigación de estos sucesos, se supo que los investigadores ya tienen en la mira a dos adolescentes (de 16 y 17 años) principales sospechosos de los llamados.


Los pesquisas habrían ubicado a estos jóvenes tras una labor de rastreo de las líneas telefónicas, lo que permitió establecer desde dónde se producían estas comunicaciones.


Por último autoridades de la Unidad Regional I lamentaron la reiteración de estos hechos, que conllevan un enorme perjuicio en materia de personal y movilización de recursos.