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Deportes 10.03.2016

CENTRAL PEGÓ CUATRO GRITOS ANTE RIVER Y SE HIZO RESPETAR EN EL GIGANTE

El equipo de Coudet se floreó ante River de Uruguay en el Gigante y logró su primer triunfo con un 4 a 1 contundente que lo reposicionó en el grupo 2 del torneo continental.

Por: Agenciafe/La Capital /

 “Le vamos a faltar el respeto”, le dijo a Ovación Juan Ramón Carrasco en la previa. De la teoría a la práctica hubo un abismo. Por eso a Central le alcanzó con un partido prácticamente light para vulnerar a River y lograr lo que se imponía: un triunfo para reposicionarse en el grupo y potenciar las expectativas. Fue algo así como un toqueteo constante, sin pausa, y ver en qué momento se podía marcar. Bajo esa hoja de ruta transcurrieron los 90’ en un Gigante en el que hubo un solo equipo que propuso: “el equipo de Coudet”, como coreó la gente al final, con los protagonistas marchando hacia vestuarios.

  Fue tal la supremacía que marcó el Canalla en el primer tiempo que la diferencia fue demasiado exigua. Es que hubo una mesa servida en la que Central pudo meter un solo tarascón. Porque el uruguayo Sosa fue un espectador de lujo, al menos en ese tramo, cuando sólo tuvo que intervenir a los 20 segundos, en el remate de Santos tras un grosero error de Pinola en la salida. A partir de ahí todo fue de Central. Toque, rotación, pases cortos, cambios de frente, triangulaciones. Con Colman, Lo Celso y Cervi (Alvarez se acopló más a la ofensiva que Salazar) como abanderados. Sin embargo el equipo fue más efectista que efectivo. Tal vez por ese accionar demasiado especulativo por parte de River.
  Ruben avisó a los 13’ con un zurdazo después de un gran enganche en el corazón del área. Hizo lo propio Lo Celso un minuto más tarde (la pelota lamió el palo izquierdo). Pero Ruben no perdonó en la próxima. El remate de Alvarez a la carrera rebotó en un defensor charrúa y el 9 no falló. El toqueteo, a esa altura con ribetes de baile, ya sí tenía razón de ser. El sustento era otro.
  La endeblez en ese tramo fue no haber convertido algún gol más. Para pilotear mejor el segundo tiempo y hasta permitirse no exigir demasiado los músculos. Igual no fue una cuenta pendiente que se extendiera demasiado porque en el amanecer del complemento todo eso llegó, no sin antes sufrir el sofocón con la corrida de Santos mano a mano que terminó con una definición de principiante. Después sí, la fiesta.  Herrera, con un verdadero golazo (gran asistencia de Gio Lo Celso), abrió el telón para que el actor de la noche, Marco Ruben, protagonizara una puesta en escena perfecta. Por la guapeada que metió tras el remate de Colman para eludir al arquero y definir de zurda, pero sobre todo por ese zapatazo que metió desde unos 35 metros, después de un despeje de Donatti para ridiculizar al arquero Nicolás Pérez. Fue la joya de la noche (terrible lujo) para hacer olvidar rápidamente lo que había sido el descuento de Santos apenas unos minutos antes.
  Después de eso era cuestión de ver hasta qué punto Central tenía intenciones de ir por más goles. Por lo pronto, el Chacho, que ya había mandado a la cancha a Montoya por Colman, hizo lo propio con Delgado y les permitió así a los hinchas que enrojecieran sus palmas aplaudiendo al goleador canalla, que bien merecido lo tenía.
  La inteligencia al frente. Las intenciones y el hambre para ampliar la brecha por detrás. De esa manera se actuó cuando la remontada de River ya sí era utópica. Porque Central siguió yendo, pero a cuentagotas. Resguardando físico. Pensando quizá más en Patronato el domingo que en esa goleada histórica que podía terminar de darle forma a una noche especial. Cómo habrá sido que pisó el acelerador sólo una vez más, cuando Herrera volvió a meter otro enganche en el corazón del área (ya en el adicional), sólo que esta vez su remate murió en las manos de Pérez.
  No hubo una mejor manera de decir presente en la Copa Libertadores, en la que ahora sí comienza otra carrera para el equipo canalla. Habiendo ganado su primer partido, avisándole a Nacional y Palmeiras que en Arroyito habrá un competidor con todas las letras. Y todo imponiendo un respeto supremo, como la ocasión lo ameritaba.

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Herrera se hace lugar en el buen momento grupal

Si Larrondo no está, Germán Herrera se anima a hacer de las suyas. Anoche le costó sobresalir porque a su lado tuvo a un Marco Ruben inspiradísimo, que marcó una tripleta (segunda en su carrera), pero de igual forma se las ingenió para escribir su propia historia. Es que fue el encargado de llevar tranquilidad cuando la diferencia era de apenas un gol. Y su conquista no fue una más. Fue una jugada en la que quedó expuesta la confianza que hoy tiene. Porque si bien la asistencia de Lo Celso fue exquisita, el Chaqueño metió un enganche terrible y un zurdazo letal. No había podido dar demasiado contra Banfield, pero ya venía insinuando. En Brasil (en el banco porque se reponía de un golpe en la cadera) fue uno de los abanderados de la remontada del complemento, que igual no alcanzó la evitar la derrota. Y antes de eso, ante Nacional de Montevideo también había convertido. El presente de Larrondo está fuera de discusión. De todas formas, lo de Herrera es para destacar.

Buen pie y pelota al piso

Con el resultado puesto, pero sobre todo por cómo se dio el partido, la lectura de Coudet en lo que a la formación del equipo se refiere fue por demás de acertada. La intención de hacer circular la pelota por abajo estuvo claramente expuesta desde el principio. Los resultados están a la vista. Claro que en la balanza debe ponerse esa actitud cautelosa (demasiada) por parte de River, pero la lectura y el aprovechamiento de ese tipo de circunstancias también es una muestra de inteligencia.
Quienes portaron la bandera del juego fueron Colman, Lo Celso y Cervi. Los tres volantes que se pararon varios metros por delante de la línea de Damián Musto, de mucho criterio también con el balón, para hacerla circular de un lado a otro. Con espacios hicieron lo que quisieron, sobre todo en la primera mitad. Quizá les haya faltado ese pase profundo, entre líneas, punzante. Pero el doble dique de contención por parte de River fue tal que los espacios escasearon.
Sobre ese juego se manejó Central. Siempre apelando a que la pelota rodara más a que viajara por el aire. Y el premio, que estaba ahí, al alcance de la mano, pasó a ser propiedad del Canalla. Fue una apuesta llevada a la práctica con total suficiencia. El resultado quedó a la vista de todos en el Gigante.

“Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente”

Coco Chanel